Ignazio estaba sentado en el sillón, con el pulgar y el índice cubriendo sus ojos, y el correo ya olvidado en la mesita de centro. Estaba tratando, sin éxito, cabe aclarar, de eliminar permanentemente de su memoria la imagen que acababa de presenciar hace solo unos minutos.
— Realmente no es que necesite una explicación para lo que acabo de ver — dijo Ignazio aun masajeando sus ojos — sin embargo, me gustaría saber ¿EN QUE MOMENTO USTEDES DOS EMPEZARON A COGER?
Esta vez sus ojos ya eran visibles y venían acompañados del gesto típico que los italianos hacen con las manos para hacer saber que están en su límite. Piero y Gianluca se encogieron avergonzados en el otro sillón, sin saber muy bien que contestar o cómo reaccionar.
En efecto, tal vez las explicaciones no eran del todo necesarias y no es como que debieran rendirle cuentas a un iracundo Ignazio, sin embargo, los tres eran como hermanos. Estaba claro que algo con el tema de la confianza se podría mal interpretar.
Piero era perfectamente capaz de defenderse solo –y Gianluca un poco, después de todo se suponía que dirigía una empresa-, pero en ese momento se sentían como un par de niños regañados y con la promesa de un castigo por parte de sus papás.
— Ni siquiera sé por dónde comenzar, Ignazio. Solo sucedió — respondió bajito el castaño.
La verdad es que para ambos, su historia aún les parecía un poco borrosa y confusa en su cabeza. Como cuando caes al suelo y no recuerdas como es que llegaste hasta ahí de lo rápido que sucedió.
—No estábamos tratado de ocultártelo, si es lo que piensas. Nosotros también estamos un poco sorprendidos con todo esto — agregó Piero, ya más calmado y sin el furioso sonrojo que se había apoderado de su rostro mientras trataba de cubrirse cuando Ignazio los tomo por sorpresa.
—Eso era todo lo que necesitaba saber— Ignazio logró poner un poco de sorpresa en los ojos de sus amigos con la simplicidad de su respuesta — no es como si no supiera que iba a terminar pasando, de todos modos. Solo debieron poner el seguro a la puerta, no necesitaba tener esa imagen mental, muchas gracias.
Piero y Gianluca lo miraron con los ojos muy abiertos y sonrojados, sin creer lo que su amigo les estaba diciendo. ¿Tan obvio era su mutuo gusto y ellos eran los únicos ciegos?
— ¿Qué? — el más alto se encogió de hombros — ambos siempre han sido muy obvios y ya hasta yo les iba a dar un empujón de lo fastidiado que me tenían con su ceguera. Me alegra no tener que haberme inmiscuido. Aunque si me arrepiento de haber llegado cuando lo hice. En fin — palmeó sus manos en sus rodillas y se levantó del sillón — los dejo para que sigan manoseándose a gusto, y espero ya verte de vuelta en la empresa, amigo. Ya me encargue por ti de despedir a esas perras que te hicieron tomarte un descanso — guiño un ojo en señal de complicidad — nos vemos.
Los nuevos amantes seguían algo petrificados en su lugar y solo pudieron ver a Ignazio salir por la puerta. Al escuchar que se cerraba por completo, voltearon a verse mutuamente y lo único que pudieron hacer fue largarse a reír como si nunca lo hubieran hecho antes.
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Hola.
Aquí estoy casi un año después como es costumbre.
Bai.
P.D: Trataré de darle un fin ya a esto, aunque han estado esperando mucho, realmente no queda mucho que contar de la historia jeje. Las amo por seguir aquí.
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Dominandote [IL VOLO- PIANLUCA] [+18]
RomanceGianluca Ginoble ha estado deprimido por las últimas semanas. Es el CEO de una compañía en crecimiento, sin embargo, cuando un comentario desagradable de una de las secretarias se mete en su cerebro, toma la madura decisión de encerrarse indefinidam...