─Debería dejar de ser tan cobarde y toca la puerta─ se susurró Piero a si mismo frente al departamento de Gianluca. Tenía cerca de 10 minutos intentando levantar su puño y hacerle saber al castaño que estaba ahí, pero por alguna razón aún no lograba hacerlo.
La noche anterior se la había pasado dando vueltas sobre el colchón, con la cabeza llena de pensamientos que oscilaban entre su preocupación por la situación en la que se encontraba y obscenidades de todo tipo. Y ni hablar de la erección que rozaba constantemente las delicadas sabanas de algodón que cubrían su cama. Muchas veces se vio tentado a tocarse, sabiendo perfectamente que solo necesitaba recordar los suaves gemidos de su mejor amigo y la textura tersa de su piel para explotar en un orgasmo memorable. Pero se contuvo. Tuvo el suficiente autocontrol para resistirse y no sentirse más como un violador.
Si, por que lamentablemente, Piero aun lo lograba sentirse bien consigo mismo y con lo que estaba a punto de hacer con su querido Gianluca. Sentía que de alguna manera lo estaba coaccionando para que la situación fuera lo que él siempre quiso.
Respiró un par de veces más, y se mentalizo para enfrentarse a las preguntas que sabía que el castaño tendría sobre el nuevo giro que daría su relación. Por fin tocó la puerta, y espero con ansias -y ganas de salir corriendo- a que Gian abriera.
─Buenos días, Piero─ dijo el castaño al abrir, haciendo espacio para que su mejor amigo y próximo amante pasara.
Jesús, dame fuerza.
Tragó casi audiblemente y entró. Podía sentir la tensión en el aire, aunque no podía descifrar si provenía de él o de Gianluca. O de ambos.
—Toma asiento, Piero. ¿De cuándo acá me pides permiso? — soltó divertido el castaño, haciendo muy obvio su doble sentido.
Piero se sintió casi ofendido. Casi.
Le gustaba que fuera Gian quien tomara la iniciativa ya que ayudaba a reducir sus inseguridades con respecto a si era lo que el castaño quería o no. Se desplomó en el sofá más cercano y Gian hizo lo mismo. Al parecer, no quería perder el tiempo.
—Hice lo que me pediste ayer — dijo el menor con seguridad — y creo que estoy listo para empezar.
Piero comenzó a sudar, no esperaba que fuera tan directo y tan... ansioso. ¿Dónde estaba su faceta de Piero Dominante que le hizo comenzar todo esto en primer lugar? Al parecer, estaba de vacaciones ya que se sentía como un adolescente inexperto en temas de sexo, tratando de mantener a raya los deseos carnales de su novio. Vaya.
—¿Ah sí? — trató de imponer seguridad en su voz — Dime lo que aprendiste.
—¿Qué tal si mejor te lo muestro? — cuestiono Gian con voz ronca.
A Piero se le fue el alma a los pies y la sangre a lugares menos inocentes. Gianluca se levantó y se arrodillo frente a él, en señal de obediencia. Una luz de cordura ilumino a Piero por un momento y se irguió, tratando de parecer intimidante y ya no tan cobarde.
—Eso no es lo que te encargue de tarea, cachorro. ¿O sí?
—Tú sabes que siempre me gusta ir mas allá en mis deberes— dijo el castaño con su preciosa voz de barítono más ronca de lo normal.
A la mierda el protocolo
—Muéstramelo entonces— susurró con voz cargada de deseo mientras tomaba el cuello del castaño con su gran mano, su pulgar acariciando arriba y abajo desde su mandíbula hasta sus labios.
Gianluca sonrió con lascivia y aprovecho que el pulgar del pelinegro tocó sus finos labios para atraparlo entre ellos y succionar, fuerte. Era de lejos lo más erótico que había vivido en sus años de vida y no pudo contener el gemido que creció desde lo más profundo de su pecho.
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Dominandote [IL VOLO- PIANLUCA] [+18]
RomanceGianluca Ginoble ha estado deprimido por las últimas semanas. Es el CEO de una compañía en crecimiento, sin embargo, cuando un comentario desagradable de una de las secretarias se mete en su cerebro, toma la madura decisión de encerrarse indefinidam...