Sweet Little Sinner

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Agatha

Nikolai cambió en el avión y no sé cómo sentirme al respecto.

Su usual aura pesada, espesa y oscura empezó a disiparse en medio de mi ataque depresivo y de repente había colores de compasión y empatía, además de la atracción que siempre siente cuando me ve.

Nada de eso es malo precisamente, de hecho... me hizo sentir algo a mí también. Cariño, supongo. No lo sé, me parece dulce todo esto que está haciendo, sobretodo porque puedo ver que su mayor motivación es hacerme sentir mejor por lo que hizo y no aliviar su culpa, aunque vaya de la mano.

Años atrás tenía algunos amigos, pero sus sentimientos hacia mí nunca fueron así. Benny sentía gratitud hacia mí porque pensaba que darle drogas gratis todo el tiempo era signo de una buena amistad. Erika sentía tanta lujuria reprimida hacia mí que no la dejaba pensar en nada más cuando yo estaba cerca.

Nunca antes alguien había sentido cosas así cuando me mira. Solo Nikolai.

—Wow, todo es muy bonito —me obligo a decir después de un buen rato perdida en mis pensamientos. Ha pasado tanto tiempo que ya estamos acercándonos al centro de la ciudad. Y sí, todo es muy bonito, pero esta no es la primera vez que vengo a Paris. Ni la segunda o la tercera. Durante los años 30's Paris era mi lugar favorito de todo el mundo.

—¿Te gusta? —pregunta, sintiéndose feliz de que hizo algo bien conmigo. Se siente orgulloso, de una buena manera.

Oh, dios. Necesito dejar de ver su aura. Este no es el Nikolai ahogado en negro que yo conocí.

—Sí, gracias por traerme —murmuro, tragando saliva y forzándome a dejar de actuar como una niña en su primera cita. Me volteo en el asiento hasta que estoy de frente a él, viendo su perfil y admirando su belleza— después de ir de compras... ¿Me llevarás al spa, como te lo pedí?

—Claro, no lo olvidé.

—Eres bastante eficiente, Nikolai... me gusta —murmuro, llevando mi mano a su cuello y pasando un dedo delicadamente por ahí, hasta que su camisa me impide llegar más lejos. Nikolai empieza a sentirse excitado por mi toque delicado y eso nubla los otros sentimientos extraños que estaba sintiendo, lo cual me relaja un poco.

Unos minutos más tarde, llegamos a la Plaza Vendome. Uno de los principales núcleos del lujo y el derroche innecesario de bienes. Y a pesar de que tengo una ilimitada tarjeta de crédito con la que puedo comprar lo que se me de la gana, me emociona más la idea de que Nikolai sea el que me haya traído y se vaya a encargar de comprarme cosas.

Hace años cuando paseaba por Paris, toda la gente me observaba con asco por el color de mi cubierta humana y provocaba enojo injustificado solo por caminar a su lado, especialmente porque se sentían atraídos hacia mí y en ese tiempo todos los estúpidos humanos estaban reprimidos. Era más divertido hacerlos pecar, pero también era aburrido y cansado.

Esta vez pasa algo parecido. Todo el mundo voltea a vernos, la pareja más atractiva que verán en sus vidas y sienten una cantidad de diferentes sentimientos. Envidia siendo la más evidente. Atracción, la segunda.

—Wow, quiero todo —susurro, mirando hacia las tiendas con emoción.

—Entonces te compraré todo —contesta Nikolai, mirándome con una sonrisa llena de confianza y rodeando mis hombros con su brazo para empezar a caminar tranquilamente, como si no tuviera ni una sola preocupación en la vida— ¿De que sirve tener tanto dinero si no puedes gastarlo en cualquier cosa que se te antoje?

—Me gusta como piensas, entremos aquí —ordeno cuando pasamos frente a Chanel. El olor a exclusividad, poder y privilegio me hacen sentir en las nubes.

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⏰ Última actualización: May 16, 2020 ⏰

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