Capítulo Ocho.

698 37 5
                                    

¿Cómo dormí? Nada bien. Me quedó en la cabeza esa rara sensación que no sabría describir. Culpa no era, ¿confusión? Tal vez. Aún no puedo asimilar lo que pasó. Ambos bailábamos, jugábamos y reíamos… ¿Por qué me imaginé eso? Además… se sintió demasiado real, lo sentí demasiado real. ¿Y si pasó? No, no puede ser, fue muy extraño.

¿Le tengo que contar?
No. ¿Qué pensará de mí?
≪¡Hey, ____! Ayer imaginé que te besaba con pasión y tú me lo seguías.≫
No podría.

Me tomé una aspirina para el dolor de cabeza, tomé agua y suspiré luego de tragar todo. No pude concentrarme en clases, en los ensayos me perdía muchas veces… así que decidí ir a casa un rato a descansar. Pero no pasó ni media hora y el padre de Perrie, mi suegro, me llamó diciendo que quería hablar conmigo.

Para colmo ____ me estuvo llamando mucho hoy. En el instituto traté de evadirla lo más posible, tenía miedo de cruzármela y soltar alguna estupidez, pero por suerte no la encontré, o más bien ella no me encontró a mí. Sin embargo me estuvo buscando toda la tarde, hasta llamó a los chicos para preguntar por mí, pero les hice señas para que evadieran la pregunta y así lo hicieron.

Me comporté como un idiota al evadirla, porque eso sería huír de los problemas. Aunque era algo estúpido, debido a que no pasó nada, solo lo imaginé. Así que era un idiota simplemente por tener miedo a algo que ni siquiera pasó.

Agarré mi teléfono y marqué su número mientras salía de mi departamento. Me atendió sin sentimiento en la voz, pero tras disculparme con ella y mentirle diciendo que había estado ocupado, sentí como sonrió y aceptó mis disculpas.

—Hola hijo, ven, pasa. —Me dijo Alexander palmeando mi hombro mientras pasaba.

—¿Cómo le va señor Edwards? —Pregunté cordialmente mientras pasaba.

—Bien, Zayn, muy bien. —Me hizo sentarme en el sillón. —Debes preguntarte porqué te llamé.

—Bueno sí. ¿Es algo malo que deba preocuparme? —Negó con la cabeza. —¿Es sobre su hija?

—Sí. Es sobre Perrie. —Suspiró. —Zayn… ¿hace cuánto salen? —Preguntó sorprendiéndome.

—Am… un par de años. ¿Por qué la pregunta?

—Te voy a ser directo. ¿La amas? —Suspiró y lo miré más sorprendido. —No te sorprendas ante mi pregunta. Soy su padre y me gusta saber si su novio la ama. —Asentí.

—La amo mucho, más que a cualquier otra mujer que haya conocido. —Sonrió.

—¿No has pensado en casarte con ella? —Me tragué le sorpresa y solo lo miré.

—Pues no…, no lo hemos hablado.

—¿Y no quieres? —Insistió, sonriente.

—No lo sé, la amo demasiado, pero no sé que pensará ella. Yo no dudaría en casarme con Perrie.

—Eso quería escuchar. —Llevó su mano al bolsillo de su saco y sacó una cajita. —Ten, esto es para cuando se lo pidas. —La tomé, la abrí y vi un hermoso anillo de brillantes. ¿Soy yo… o me está presionando para que de el siguiente paso con su hija? —Me gustaría que se lo pidas cuanto antes, la veo muy feliz… y sé que esto ¡la hará más feliz! Era el anillo de su bisabuela.

—¿Quiere que se lo pida ahora?

—Sí. No te negaste, así que no veo el problema… ¿tú sí? —Preguntó alzando una ceja.

—No, claro que no. Es precioso, muchas gracias. —Se paró y yo lo seguí. Me sonrió y extendió sus brazos, vacilé un segundo pero lo abracé. Me dio unas palmadas en la espalda y se separó.

Speak Now  ›z.m‹Donde viven las historias. Descúbrelo ahora