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La música sonaba fuerte, se escuchaba hasta la calle. De hecho, fue lo primero que me hizo saber que me encontraba cerca de la casa de Puck. Ya todos los chicos del club estaban ahí, incluyendo a Kurt y Blaine. La fiesta había empezado hacía poco así que todos estaban conscientes de sus actos.

-¡Viniste! Que bueno verte, enserio, me alegro mucho, ¿te he dicho que te quiero?- retiro lo dicho, Puck definitivamente no sabía ni dónde estaba parado.

- Vamos amigo, te llevaré a comer algo.- Finn apareció y me salvó de esa incómoda situación, él si parecía estar sobrio. Eso era bueno porque yo tampoco iba a beber, debía conducir de vuelta a casa, sería bueno tener a alguien con quién hablar.

Fui a la cocina saludando y conversando con mis amigos en el camino. Quién diría que llegar a la cocina podría tomar tanto tiempo.- Las bebidas sin alcohol están escondidas en la habitación de Puck, pero no le digas a nadie, solo Finn sabe.-  alguien habló detrás de mi mientras buscaba algo para beber.

- Ah, es bueno saberlo. No te había visto, pensé que no vendrías.

- Lo consideré, pero iremos a las regionales, es algo digno de celebrar... Además quería hablar contigo.

-Podemos hablar mientras me ayudas a encontrar esas bebidas.- Propuse con una sonrisa, hacía calor y necesitaba tomar algo frío.

Quinn me tomó de la muñeca y me arrastró hacia el segundo piso, pasamos por varias habitaciones hasta que entramos a una con una señal de Alto en la puerta.

- ¡Quinn! Te pasaste un Alto.- la regañe fingiendo preocupación.

- Ya cállate.- dijo riendo, mientras sacaba dos bebidas del frigobar que se encontraba a un lado de la cama. Me senté en la misma y la miré expectante.

-¿Qué me ves?

-¿De qué querías hablar?- pregunté con curiosidad.

- Oh, cierto. Perdón, las cervezas de Puck son muy fuertes. - eso no era una buena señal, nunca había cuidado ebrios antes. - Nunca hablamos del asunto de Santana, creo que no te he dado las gracias. Te arriesgaste por mi, la gente no suele hacer eso.- explicó con una sonrisa sincera en su rostro. Me estaba dando esa mirada de nuevo, la misma que me dio en las locales mientras cantaba esa romántica canción con Sam.

- No fue nada, además, hay que arriesgarse por los amigos ¿no?

- Exacto... - pude ver un poco de decepción en su rostro.- así que si necesitas algo, puedes contar conmigo.- Se sentía bien hablar así con Quinn, era la primera conversación sincera y agradable que teníamos. - Bueno, ahora que estamos bien, deberías ayudarme con mi campaña para Reina del Baile.- dijo poniéndose de pie entusiasmada. - Necesito un vestido espectacular, es la noche más importante de mi vida.

- ¿Que hay de tu boda?

- Ay, puedes casarte las veces que quieras. Solo tendrás un baile de graduación.

- Ok...- decidí avanzar e ignorar ese comentario.- Y... ¿quién será tu rey?- me pareció una pregunta bastante lógica, pero ella se veía como si su mundo se estuviera cayendo a pedazos.

- Cómo no pensé en eso antes... No tengo novio, no puedo pedir prestado uno, eso sería deprimente. Además nadie accedería... ¿Rachel me prestaría a Finn? No, por su puesto que no, ¿ahora qué voy a... -

-¡Quinn! Tranquila... - me paré frente a ella y tomé sus manos, no la veía así de desesperada desde el asunto de Lucy. - Yo puedo hacerlo.- dije un poco en broma y un poco enserio, quería que supiera que contaba conmigo.

-¿De verdad harías eso por mi?- me miró sorprendida, eso no se lo esperaba.

-Claro, por qué no. Hagámoslo, será divertido.

Se abalanzó sobre mi y puso sus brazos alrededor de mi cuello. -Gracias, gracias, gracias, no tienes idea de lo importante que esto es para mi.- correspondí a su abrazo y nos quedamos así un momento. Hacía mucho tiempo no me sentía así con un abrazo, la cosa se estaba poniendo extraña.

-¿Está todo bien?- Finn estaba parado en la puerta, mirándonos confundido.

- Si, si, todo bien.- respondió Quinn mientras nos separábamos torpemente.

Los tres bajamos las escaleras. Una vez en el primer piso, Rachel nos arrastró hasta la sala, tratando de explicarnos algo, pero estaba tan ebria que apenas se le entendía. De un momento a otro estábamos sentados en círculo mientras una botella vacía giraba frente a nosotros...

El lugar era un caos, pero entre la música y los gritos, logré darme cuenta de que era mi turno de girar la botella. Todos aplaudieron y gritaron cuando ésta se detuvo en Sam. Santana no se veía muy contenta, pero no le tomé importancia, se suponía que estaba saliendo con Karofsky.

-Escuchen, un recordatorio, esa boca de pescado es mía. Esos labios de Aerosmith son míos, así que...- O tal vez si estaba saliendo con Sam...

-No puedo hacerlo, Santana va a matarme- le hablé a Kurt que estaba junto a mi, no muy consciente de sus actos.

-Mañana no va a recordar nada, deberías aprovechar, Sam es muy lindo.- Respondió mirando al rubio con deseo. ¿Era buena idea hacerle caso a mi amigo ebrio? Claro que no, pero era un juego, qué tan malo podía ser.

No tenía claro cuánto tiempo llevábamos así, pero al parecer fue lo suficiente para molestar a Santana, quien nos separó a empujones. -¡Ya basta! Linduras, esto no es un comercial de goma de mascar ¡No me gusta!

Parecía ser la única molesta con la situación, los demás reían, gritaban y aplaudían. Excepto Quinn, que estaba bebiendo sin parar.

Entre risas, juegos y karaoke el tiempo se pasó volando. Varios se fueron con Finn, y como yo tampoco había bebido, me correspondía llevar a los ebrios a sus casas.

Ya había dejado a Mercedes y Tina, solo faltaban Rachel y Quinn que iban medio dormidas en el asiento trasero.

- Que linda eres Quinn... ¿qué se siente lucir así como tu?- Rachel arrastraba las palabras mientras pasaba su mano torpemente por la cara de la rubia.

- Déjame en paz, RuPaul.- respondió Quinn cansada dando manotazos hacia Rachel.

Vi por el espejo retrovisor que se estaban golpeando -¡Oigan ya paren! Parecen niñas pequeñas- las regañé y de inmediato se detuvieron.

- Ella empezó...- murmuró la rubia. Decidí ignorar ese comentario

- Llegamos Rachel, ¿puedes bajarte sola?- pregunté deteniendo el auto frente a su casa.

-Claro que si, gracias... Quinn... nunca cambies.- luego de eso se bajó y entró a la casa. Solo me faltaba una.

Quinn iba con zapatos altos así que tuve que ayudarla a llegar hasta su habitación, su mamá no estaba así que dependía de mi que no se rompiera un hueso en el camino. Una vez llegamos, se paró tambaleándose frente a mi.

- ¿Por qué me ves así?- pregunté con extrañeza al verla enojada.

- No me gustó para nada que besaras a Sam.

-¿Qué? ¿ Y eso a ti que te impor... - no pude terminar, pues ella me calló con un beso... un torpe, extraño, pero agradable beso.

Cuando se alejó, se fue directo a su cama. -Buenas noches, cierra la puerta cuando salgas.- y sin más, se quedó dormida.

Algo nuevo (Glee Y Tu)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora