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Al llegar a su casa y cerrar la puerta se dio de cuenta de la presencia de los dos adultos, quienes le pidieron que fuera a donde ellos estaban. Fue caminado lentamente, asustada.

~¡Tenemos buenas noticias! - comento el hombre. -

~¡Nos vamos a casar! - anuncio luego la mujer. -

~¿Que? - dijo con una mezcla de emociones en la garganta. Y claramente no eran para nada buenas. -

~Si, la próxima semana. - informo el padre mientras le daba algo de tomar algo a la molesta mujer a su lado. -

~¡¿La próxima semana?! - pregunto con la misma expresión. -

~Si, mañana iremos a comprar las cosas necesarias, estaremos dos días fuera, volveremos, luego en cuatro días después será la boda, y luego nos iremos una semana de luna de miel a Canadá. - explicó la mujer mientras tomaba su trago. -

~¿Tan pronto? - pregunto sin expresión alguna la menor de los presentes en aquella habitación. -

~Si, Aurore y yo queremos unir nuestras vidas lo más rápido posible, y nunca separarnos. - dijo el hombre mientras abrazaba por la cintura a la mujer. - Ahora, ya vete a tú habitación, niña. Es tarde.

Sin más nada que decir se dio la vuelta y camino a su habitación, obviamente no sin antes dedicarle una mala mirada a la irritante mujer presente.

Al entrar a su habitation, miro por la gran ventana  de cristal que daba vista a la casa del rubio. El estaba ahi. Tambien estaba en la ventana, hablando muy entretenidamente por telefono, mientras anotaba algo en una servilleta. La chica miraba cada movimiento que este hacia. No supo cuanto tiempo estuvo mirandolo, el tiempo paso en un abrir y cerrar de ojos. Pero salio de su trance cuando vio que el chico ya se habia dado cuenta que ella habia eestado tiempo mirandolo. Ella rapidamente se escondio, deseando que el rubio no la hubiese visto.


 Su estómago daba vueltas. Se preguntaba que era lo que le había caído mal, pero ella no había comido alimento alguno desde la mañana. Era algo que nunca le había pasado. Cada vez que hablaba o pensaba en el chico rubio que vivía al frente de su casa, se ponía nerviosa, y sus manos sudaban. Pensó por un momento. Pero no pensó en que al rubio le sucedía lo mismo cada vez que la tenía en frente.













~Ahora, ya no te vas a poder escapar de mí.  - susurro la mujer en el odio de la adolescente mientras la abrazaba. -

~ Ya lárgate, mujercuela. - le contesto la adolescente, para luego empujarla fuera de la casa y cerrar la puerta en su cara. Como anteriormente la mujer le había hecho. -

Se dirijo a la cocina, tomo un plato hondo y coloco dentro de el cereales. Luego fue a la sala de estar a ver televisión mientras comía lo que se había recién servido como desayuno.

Mientras miraba su plato ya casi vacio, esucho como el telefono de la cocina comenzaba a zonar. Asi que fue a contestar, deseando que  fuera su amiga para que la sacara del gran aburrimiento por el cual pasaba. O tal vez algo mejor.

~¿Bueno?

~Hola pequeña, me e dado de cuenta que tus padres salieron, ¿casa sola?

~¿Roger? ¿como es que tienes el numero de mi casa? y no son mis padres. Fueron a no se dónde, a comprar las cosas para su boda. - le comento sin entusiasmo alguno. -

~Tengo mis contactos chiquita,¿Boda? Eso es genial debes estar muy contenta.

~¿Debería?

~Okey, okey niña ruda. ¿Paso por ti a las doce?

~Me parece genial, te espero aquí a las doce.

~Bien, nos vemos, linda

~Nos vemos, Roger.

Colgó. Y siguió comiendo sus cereales, sonrojada por como el chico le había dicho. Miro el reloj y se dio de cuenta que eran las diez y cuarenta y siete. Así que dejo el plato sobre la mesa y se dirijo al baño que se encontraba en su habitación para hacer si aseo personal y prepararse para la salida con el rubio. Saco para vestir, un top color blanco que quedaba hermoso con su color de piel, jeans altos y algo ajustados, una chaqueta negra y sus zapatillas favoritas color negras. Y con su cabello obscuro suelto, obviamente.

Luego de ya estar lista miro su reloj, eras las once y treinta. Aún faltaba media hora más. Pero el timbre de la puerta principal sonó.

~¿Treinta minutos antes? - pregunto sorprendida la chica. -

~Si, no podía esperar más. ¿Estas lista?

~Si, ya nos podemos ir. - dijo la chica y salió de la casa. -

Fueron caminando, para apreciar toda la naturaleza al rededor de ellos. Mientras caminaban hablaban sobre lo último que ocurría en la banda. Se regalaban una que otra mirada, acompañada de una sonrisa, y también de vez en cuando rozaban sus manos accidentalmente. Y eso hacía que el otro suplicara que la persona a su lado le tomara la mano, por una buena vez. Pero ninguno de los dos presentes tuvieron el valor de hacerlo, por el miedo de la reacción de el otro.

¿𝐀𝐦𝐨𝐫 𝐨 𝐩𝐥𝐚𝐜𝐞𝐫? - 𝐑𝐨𝐠𝐞𝐫 𝐓𝐚𝐲𝐥𝐨𝐫Donde viven las historias. Descúbrelo ahora