CAPÍTULO 1

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Algo de todos los días

Un día abrí los ojos y me encontré a un sueño dormido junto a mi. No quería despertarlo, así que solo pude callar el chillido de sorpresa que quería salir de mis labios. Busqué a Rubén, el cual dormía como tronco, y lo moví de forma brusca, logrando que se despertara soltando un quejido agudo y rápidamente tapé su boca, callándolo.

Rubén, por supuesto, me miró confundido, pero antes de que pudiera hacer algo que seguro despertaría al sueño, apunté al bulto que estaba junto a nosotros. Ahí él entendió todo, me miró inquieto y se podía notar sus nervios. Nos invadió un sentimiento de inquietud que tanto habíamos olvidado.

Nos levantamos con cautela de la cama, temerosos de despertar a aquello que habíamos estado escapando desde que teníamos memoria. No fue fácil no hacer ruido, en un punto Rubén casi se tropezaba con sus propios pies, detalle que no era tanto de sorprenderse porque él era demasiado torpe.

Milagrosamente salimos del cuarto sin hacer tanto alboroto, yo me centré en cerrar la puerta pues no confío en Rubén y su adorable torpeza. Ya después de todo él me preguntó qué hacemos ahora, y yo solo pude reponer lo de siempre: escapar.

Los sueños que nos persiguenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora