| Reencuentro con el pasado | 3

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Prefería que Rubí me comiera. Prefiero incluso quedarme el resto de mi vida en Londres a tener que reencontrarme con Eros y más encima con Hunter Montgomery y Flynn Millard de testigos de todo.

Después de un minuto de silencio ni siquiera se me ocurre un comentario irónico para aliviar tensiones.

Bri pellizca mi costado.

—Sí, lo conocemos —responde Kaisser por mí y yo le doy una mirada de agradecimiento.

Yung toma la iniciativa con un saludo mucho más cariñoso, pero aún así terminamos eventualmente frente a frente.

—Hola, Hailey —saluda por lo bajito, lo más íntimo que puede concederme.

Me hace trizas.

No puedo creer que él este justo aquí. De entre todas las posibilidades. Casi se me ocurre considerar que es culpa de los Millard por la crueldad del reencuentro.

No puedo creer que él este justo aquí. De entre todas las posibilidades. Casi se me ocurre considerar que es culpa de los Millard por la crueldad del reencuentro.

Mi pecho vuelve a sentir el vacío que solo permito brotar en la soledad de mi habitación.

Como es de esperarse, puede que mil cosas pasen por mi mente y cuerpo, pero aun así no le permitiré verme débil. Ninguno de ellos puede notar la bofetada que se siente volver a verlo y darme cuenta de lo mucho que lo estuve extrañando.

—Hola, Eros.

Le ofrezco una sombra de sonrisa para romper el hielo, pero él tiene muy en cuenta la mirada que Milos le ofrece mientras se ubica por detrás de mí. No quiero ni reprochárselo ya que fue el único que me acompañaba durante noches en vela solo para hablar del chico frente a nosotros. Entre todos me sacaron del agujero que cavé por Jeremy, pero solo Milos fue testigo del otro duelo que yo tenía.

Flynn Millard da un paso al frente y apoya su mano sobre mi hombro, movida que Eros no pasa por alto.

—Permíteme la intromisión, Hunter, para contarte que el señor Vinter y la señorita Becker incluso vivieron bajo el mismo techo —le dice el señor Millard con obvia tranquilidad por sus jugadores, sus títeres—. No se han visto hace años, desde el comienzo de la vida laboral de Eros. Me gusta que mis estudiantes mantengan el contacto entre sí ya que somos una gran red de seguridad a lo largo del mundo, sin embargo, no puede evitarse que algunos pierdan contacto.

—Entonces esta será una reunión interesante —contesta su hermano mirándonos a todos. De pronto sonríe mostrando toda su dentadura y le tiende una mano a Alexa para acercarla a él—. Ven, encanto.

El estómago se me revuelve sin previo aviso, como si lo viera venir.

La chica obedientemente se adelanta hasta su jefe y se queda entre este y Eros.

—Me parece entonces de buena educación que conozcas a su prometida.

Mis ojos no abandonaron los de Eros mientras escuchaba al tío de Rubí hablar, y lo lamentaba porque ahora es capaz de ver el dolor que esa noticia provoca en mí. Los de él se cerraron, pero los míos fueron testigo de todo.

Siento varias manos posicionarse en mi espalda y sé que son mis amigos brindándome apoyo y compañía. Por el contrario, la mano del señor Millard en mi hombro se siente como un arma a punto de hacer explosión a mi lado.

—¿Qué? —exclama tan sorprendido como nosotros. No me atrevo a verlo, pero sé que todas las miradas están puestas en él—. Lo siento, yo... desconocía también los detalles de la relación.

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