Recuerdo el caminar de Fly, el andar engreído y orgulloso que ocasionalmente me daba por admirar. El mío, por el contrario, tiene unas cuantas dosis de arrogancia menos.Comparar a la Fly de antes con la sombra de ahora me ayuda a comprender la clase de enemigo a la que nos enfrentamos: uno que ya no siente asco ni posee límites morales para cumplir sus deseos. Ni siquiera puedo comenzar a pensar en lo arriesgado que será enfrentarnos a ella. Es poco probable que siga teniendo un objetivo identificable.
Hay algo que aprendimos en este trabajo con unos cuantos casos, y es que las personas más descontroladas son las más peligrosas, aquellas que no tienen nada que perder y todo por ganar.
—Hailey.
Tal vez pensar en la forma en la que Fly tomaba decisiones no nos servirá de nada. Su personalidad actual es más compatible con otros patrones que he visto en el pasado.
¿Y si por la mañana vuelve a actuar como una persona diferente a la que conocía?
—Hailey, despierta.
Esa voz.
—No estoy dormida. Pensar hace que me distraiga.
Han pasado cuatro horas y seguimos todos en la misma posición sobre el suelo helado. Al menos el traje nos mantiene abrigados en medio de la fría noche.
—¿A qué jugamos ahora? —pregunta Milos.
—¿Quedarte callado no es una opción? —interviene Rubí antes que cualquier otro—. Quiero dormir.
—A menos que duermas como estatua no puedes —le recuerda Eros.
—¿La has visto dormir? Un muerto se mueve más que ella —objeta Yung.
—Podríamos jugar a algo que no dé risa o nos haga movernos —insiste Milos. Es el que más difícil la ha tenido, incapaz de estarse quieto e inactivo.
—Ahora es cuando Trev nos recuerda, muy entusiasmado, que si no callamos a Milos explotaremos —sugiere Yung, y nos callamos a la espera de que Trev diga algo. Pero nada pasa.
—¿Trev? —le llama Kaisser.
—¿Si?
Soltamos el aire lentamente, evitando hacer ruido.
—¿En dónde andabas? —inquiere Eros.
—Veía porno en mi imaginación.
Hago una mueca.
Guardamos silencio de la impresión.
—Ya no me está gustando lo de socializar —comenta Eros.
—Me hiciste imaginar a Rubí desnuda. No quería imaginarme a Rubí desnuda —se queja Milos, a punto de hacer ademán de moverse, si lo conozco bien—. ¡Por la mierda! ¡Qué difícil es no mover las manos!
—Baja la voz, Milos —exige Kaisser, exhausto.
Eros apenas murmura su aprobación.
—Tal vez deberías madurar también —bromea Trev.
—No pidas milagros —le responde Rubí desdeñosa.
Me molesta la garganta de pronto, antes de que pueda quejarme por su tono de voz. Trago saliva en repetidas ocasiones para calmar mis ganas de toser.
—¿Y si Fly no aparece mañana? —inquiere Milos.
—Primero, le daré una paliza a Riley —responde Yung sin dejo de dudas—, y luego... no lo sé. Seguiremos el perfil a partir de lo que sabemos.
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INUSUALES
Mistero / Thriller2do libro de «La tentación de Millard Academy». Una vez que has sido pecadora, siempre serás pecadora. Probar el revitalizante sabor del delito te concede un episodio de liberación, es una tentación donde incluso los más fuertes pierden la guerra...