| Secreto entre esclavos | 27

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| Eros |

Si Flynn los tiene ocultos en alguna parte no puedo permitirme preguntarle a nadie, cualquiera podría estar de su parte. Cualquiera podría ser un soplón.

Confiar no es una opción, así que los contactos quedan descartados.

Enumero los posibles lugares cercanos donde esconderlos, considerando cada escenario y cada mentira posible.

—Normalmente estaría muy asqueado y decepcionado de tu conducta, pero puede que le encuentre algo de gracia —me distrae Flynn Millard, sin tener idea de lo que estoy pensando.

—¿Es gracioso que quiera estar junto a la mancha de sangre de mi novia fallecida? ¿En serio?

—Has vuelto al lugar que te trae más dolor y observas aquella mancha sabiendo que te traerá malos recuerdos. Puede que sea muy masoquista de tu parte.

La recuerdo yaciendo aquí mismo, en el suelo frente a mí, y a mis manos conteniendo su herida.

—Son recuerdos después de todo.

Se produjo un revoltijo en mi estómago al recordar que si camino en dirección a la salida estaré más cerca de ver a Hailey y saber si al menos una de las cosas que dijo Flynn es verdad.

Yung sigue sin contestar mis llamadas, parece fuera de línea. No es que ninguno de ellos tenga la costumbre de hablar por teléfono, pero ¿Milos sin una forma de contactarlo? Eso es sospechoso para todos. Incluso Riley parece haberse esfumado.

Considero realmente si ir a ver a Fly.

—Sigo sin poder creer que pasé por alto el parecido de los ojos de Alexa con los de mi madre —se queja, distrayéndome.

Me planteo que pueda estar mintiéndome, pero sería difícil de decir.

—También con los suyos, señor. Solo el color, no la mirada en ellos, tal vez por eso no fue fácil de distinguir.

Se mantiene en silencio, aunque de seguro continúa pensando en ello.

—No creo poder ir —susurro, admitiendo lo que no querría tener que decirle a él.

Suspira y vuelve a su común posición de meter sus manos en los bolsillos mientras observa la mancha de sangre de Hailey.

Se le ve pensativo y yo me quedo a la espera. Dudo que sea porque quiera decirme algo agradable, sino porque más bien si se comunica conmigo de buena forma yo podría llegar a tenerle afecto y así, a futuro, me haría ceder para continuar trabajando para él.

¿Para qué tratar de mentir? Él puede tirar los hilos y yo voy a asentir y obedecer, ¿no? De eso se trata todo esto. Obedece o muere.

—Primero encarguémonos de Hunter. No tienes por qué hacer nada más hoy —sugiere sin verme ni usar un tono autoritario, más bien suena alguien atento y amistoso.

Esta situación es, como Hailey y yo diríamos, una que debe resolverse por una cosa a la vez.

Asiento con la cabeza y le sigo de camino al estacionamiento y de ahí a la ciudad. No quiero dirigirle la palabra, pero tal vez sí necesito algo de él. Tengo recuerdos vagos de lo último que mi padre intentaba hacer en la cavidad abdominal de Hailey, pero lamentablemente no tengo todas las piezas y necesito oírlas.

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