Capítulo 38: "Infancia 5" y No todo es lo que parece

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Pasó una semana y no volví a saber de Mean. Mark dijo que al día siguiente había regresado a la escuela con una mejilla inflamada y una mano amoratada. El azabache ignoró por completo a mi hermano y este no se atrevió a acercarse por temor a que volviera a largarlo. Debo admitir que se sentía un poco solitaria la casa por las noches, pues era común que Mean fuese muy seguido solo para ver un programa de historias de fantasmas al que los tres éramos adictos. Mis padres también extrañaron su ausencia pero no dijeron nada, a papá casi no le gustaba que viniera pues no era ningún secreto que todos en la colonia lo clasificaran como un mal chico pues con el historial de peleas que tenía en la escuela, y fuera de ella, no era algo extraño que lo evitaran.

Decía que la culpa a su mal comportamiento eran por sus padres que nunca supieron poner disciplina a ninguno de sus hijos, mamá decía que podíamos ayudarle siempre y cuando no entráramos nunca a esa casa y que nos mantuviéramos lejos tanto de sus padres como de los hijos mayores.

La verdad era un poco frustrante, hace tiempo algún desconocido hizo la denuncia a servicios sociales pero no sirvió de nada más que para que nadie viera a ninguno de los hijos de los Phiravich por casi un mes.

—Ya ni siquiera es divertido —dijo Mark sacándome de mis pensamientos al mismo tiempo que apagaba el televisor.

—Creí que te gustaba —le dije sin admitir que a mí tampoco me estaba pareciendo entretenido.

—Y me gusta, pero es más entretenido escucharlo quejarse de lo falso que son los testimonios —dijo refiriéndose al azabache.

—Cierto —le di la razón—, per… —y la frase quedó al aire cuando Mean aterrizo en el marco de la ventana de Mark con la misma gracia de un gato, me gustaba que entrara mejor por mi ventana porque solo tenía que trepar por el árbol y una de las ramas gruesas lo dejaba exactamente en mi ventana sin peligro alguno, pero como la habitación de Mark estaba más alejada, tenía que subir más alto y desde ahí brincar hacia el marco de la ventana.

—Mean —dije sorprendido.

—Hola, asno —me dijo aun agazapado.

—Entra de una vez, tonto —le dijo Mark acercándose a la ventana tomando el brazo del azabache para hacerlo entrar, pero le soltó en cuanto escucho al otro quejarse—. ¿Estás bien? —preguntó enseguida asustado.

Me levanté rápidamente encendiendo la luz y sintiendo la garganta seca de inmediato, llevaba puesta un pantalón de pijamas gris que estaba oscurecido en algunas partes por las manchas de sangre fresca, al igual que la playera blanca que llevaba puesta, le quedaba un par de tallas más grande por lo que parecía a un más pequeño, su rostro estaba lleno de sangre lo cual hizo que me alarmara de inmediato.

—Háblale a mamá —le dije a Mark.

—No es necesario —replicó enseguida Mean.

—Mean, no seas idiota, mierda… estas sangrando demasiado y… ¡ve por mamá! —le ordené nuevamente al castaño que no dejaba de ver al otro, le vi dar un respingo antes de correr fuera de la habitación.

—¡Te dije que no es necesario! —gritó el azabache dándose la vuelta dispuesto a irse y fue cuando lo tomé del brazo, pero lo solté cuando le escuche gritar de dolor.

Me interpuse entre él y la ventana antes de tomar nuevamente su brazo con cuidado, dándome cuenta de que tenía una horrible bola sobresaliente, no era necesario ser doctor para saber que lo tenía quebrado. Mamá llegó apresurada a la habitación sin saber de qué iba la cosa pues Mark solo fue a despertarla, y casi la vi pegar un gritó al encontrarse con el azabache así, no tardamos en subirnos al auto para llevarlo a emergencias.

InocentesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora