La única razón por la que Tobias no le cerró la puerta en la cara a Horus fue porque en su mente resonaban una y otra vez las palabras de Ra. Si no fuera por eso lo echaría a la calle. Se suponía que aquello era un castigo no un paseo de vacaciones. Aunque ya tenerlo sin poder era algo que al mismo dios golpeaba.
Horus avanzó reclamando al ver el lugar que no era para nada su gusto.
-Pequeño, austero, no me gusta- dijo dejándose caer pesadamente sobre el sofá como si este fuera de él- le falta espacio, lujos, brillo, oro y mujeres-
-No tiene que gustarte- Tobias le respondió agramente. Su humor estaba hoy muy poco tolerante.
Horus hizo una sonrisa felina.
-Oye humano, ya que estamos aquí y suponiendo que deberías cuidarme, deberías cumplir todas mis peticiones. Todas- recalcó la última parte con voz sensual.
Tobias ni siquiera se tomó la molestia de girarse. No valía la pena.
-Mi trabajo es supervisar tus acciones aquí en la Tierra y que no causes problemas. De tus petición es tendrás que encargarte solo- abrió el refrigerador y revisó lo que estaba, palpando la segunda planta sabiendo el contenido de los objetos dispuestos de forma estratégica –Comenzando que solo recibirás una comida hoy. Tendrás que ganarte el resto trabajando y comprándola, como normalmente lo haría un humano-
-No necesito comer- dijo desinteresadamente Horus echando el cabello hacia atrás y moviendo la mesita del centro de lugar pues dificultaba espacio para sus largas piernas.
-Ahora mismo eres tan humano como todos los demás. Créeme, necesitarás comer-
-No moriré por eso-
Tobias resopló dejando algunas cosas sobre la meseta y avanzó hasta donde estaba Horus.
-Cierto, no morirás, pero te puedo asegurar que sufrir de hambre por un largo período de tiempo sin poder terminar esa tortura te hará quererlo estar- el rostro de chico era neutro pero Horus no lo tomó en serio.
-Cualquiera diría que sabes mucho del tema- no recibió respuesta.
Tobías se giró para volver a sus tareas pero sus rodillas se encontraron con un obstáculo. Un sonido seco y algo rompiéndose contra el piso resonaron en toda la sala. Horus incluso recobró una posición más erecta para ver a chico en el suelo con varios pedazos de una pieza de porcelana rota alrededor de él. Pudo sentir el olor de la sangre y se percató de que provenía de una de las manos del humano.
-Mira que puedes ser imbécil, chocar con una mesa delante de ti, acaso eres ciego- el dios se incorporó y agarró el brazo de Tobías levantándolo del suelo, sus rostros quedaron uno frente al otro.
-Soy ciego, algún problema con eso- le gruñó.
El agarre de dios se aflojó en su brazo y se fijó en aquellos orbes que efectivamente no tenían iris. Pensó que eran así naturalmente, pues no.
-Vaya, algo nuevo que aprendo hoy- dijo irónicamente soltando el brazo de chico.
Tobias vaciló para moverse. Algo había perturbado el lugar que lo rodeaba. Era bueno sabiendo cómo era su alrededor pues siempre se las ingeniaba para visualizarlo a través de sus visiones, a partir de los ojos de otras personas. Pero ahora, la mesa que siempre estaba bien posicionada no tenía idea de su ubicación, más había porcelana regada en el suelo. Apretó los puños donde la herida ya había cerrado y respiró con fuerza.
-Dejemos las cosas claras- se giró hacia el dios –Puedo echarte de la casa cuando a mí me dé la gana, no me importa tener que discutir con Ra, así que si vuelves a mover algo de lugar te echaré a patadas-
-No creo que haga falta- Horus se apartó de su lado- no necesito un chiquillo que me esté dando órdenes, yo soy un dios y tú solo un mortal- sonrió prepotentemente –Así que bye bye-
Y atravesó por donde mismo había venido. Qué se creía, que podía darle órdenes a él, el gran Horus, dios de los cielos. Ni es sus mejores sueños. Trabajar por comida. Él no trabajaba, trabajaban para él. Salió a la calle dándole un vistazo al lugar con desprecio y retomó el camino por la calle sin importarle ser el centro de atención tanto por su cuerpo exageradamente perfecto, ni por su ropa poco convencional.
Tobias se quedó allí escuchando como la puerta se volvía a cerrar y maldijo. Entonces fue cuando creyó conveniente que Horus estuviera en el cielo. Ese dios era demasiado prepotente. Ya entendía el rechazo por parte de Darien. Nadie podía estar con él más de dos minutos sin perder la paciencia. Con cuidado y recordando donde se había caído logró pasar la zona con pedazos roto y buscó la escoba barriendo los desechos. Después volvió a poner la mesita en su lugar y caminó hacia la cocina. Debía preparar la cena para dos. Sabía que Horus, después de todo volvería.
Horus se sentó en medio del parque respirando agitado ¿Qué mierda de cuerpo era ese? Se sentía sofocado, sucio, sudado y solo había avanzado poco más de dos kilómetros. Casi había sido atropellado. Algunas mujeres se le enredaban en la calle. Algunos hombres lo miraban con desprecio y la peor parte además del dolor en los pies, era el gruñido que salía de sus ruidosas tripas.
Pensó que podía salirse con la suya pero al parecer esta vez no sería fácil. Las veces anteriores contaba con dinero y poder. Esta vez sí tenía su shenti era mucho, pero no volvería a aquella casa con ese chico que se creía superior a él, oráculo o no. No volvería. Habían pasado cuatro horas cuando Tobias lo escuchó entrar nuevamente por la puerta de su casa.
Horus tenía el ceño fruncido. Rebajarse de esa forma era lo último que se imaginaba. Además ahora que era más sensible a todo su lívido sexual estaba en efervescencia, y no había conseguido a nadie para desahogarse. Encontró un plato sobre la mesa con comida y su estómago crujió sonoramente.
-Disfruta de tu última comida gratis. A partir de mañana saldrás a buscar trabajo- le comentó Tobias fregando los platos –y lo que ensucies lo lavas o lo meteré en tu cama-
Horus se limitó a gruñirle. Las cuatro Horas que había estado en la calle si no habían sido terribles se quedaban cortas. Eso solo le hizo pensar una cosa. Mientras más rápido pudiera cumplir su condena más rápido podría volver y vengarse de todos lo que disfrutaban con su sufrimiento.
Eso era fácil decirlo. Pero entrada en la madrugada estaba acostado en la cama del cuarto de invitados de Tobias y estaba tan excitado que le dolía. Normalmente buscaba a alguna víctima para tener sexo, fuera dios o diosa menor, pero ahora no tenía esos beneficios. Auto complacerse no sería suficiente. Ya lo había hecho y apenas si se sentía igual.
Una idea pasó por su cabeza y sonrió sádicamente. No estaba solo y al menos podía soportar estar dentro del chico aunque sea para poder vaciarse dentro de él. Lo disfrutaría de cualquier manera.
Salió de su cuarto y la casa estaba levemente en penumbras, solo iluminada por algunas lámparas. Caminó lentamente hasta la puerta la puerta del cuarto del humano y la abrió. Bufó internamente. El chico no sabía realmente con quien se había metido. Avanzó por entre la oscuridad que se difuminaba por la tenue luz de la sala y se detuvo delante de la cama de Tobias.
Ahora quien era el que dominaba.
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La Redención de Horus #2 (PAUSADA) Trilogía Dioses Cautivados
RomanceHorus ha sido juzgado y expulsado del Imperio. Ahora tendrá que vivir en el mundo humano custodiado por Tobías, aquel chico ciego que resulta ser el Oráculo de Ra, y que por alguna razón lo odia. Aunque el dios solo tiene intenciones de retornar a s...