No puedo

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En otro momento Horus hubiera arrojado al chico que estaba parado con cara soberbia, hacia un lado con solo un chasquido de sus dedos. En el piso estaba el chico con que vivía y una rabia ciega lo invadió atravesando la sala en pocos pasos y tomando al muchacho por el cuello. Sus dedos se cerraron en torno a la piel.

-¿Qué demonios crees que haces?- su voz salió afilada y fría.

EL joven se revolvió entre sus dedos buscando aire e intentando soltarse de su agarre. Sus ojos abiertos, confundido por el ataque del hombre que la noche anterior le había permitido tener los mejores orgasmos de su vida.

-Él…él empezó- jadeó, su rostro de estaba poniendo azul.

Horus estuvo renuente a soltarlo, pero lo hizo, ya tenía bastantes problemas como para que se le añadiera a la lista la muerte de un revolcón nocturno. Tiró del chico soltándolo. Este se tambaleó tosiendo.

-Desaparece de aquí- le gruñó sin mirarlo.

-Muérete imbécil- le gritó corriendo hacia la puerta y cerrándola a su espalda con un sonido sordo.

Horus suspiró y se giró rápido a socorrer a Tobias pero sus alarmas internas se activaron y tuvo que saltar hacia atrás evitando el filoso brillo que se precipitó en torno a su cuello. El dios retrocedió dos pasos más poniendo distancia y con los músculos tensos. Tragó en seco con quien tenía delante.

Una sonrisa irreconocible se dibujó en los labios de Tobias. El mismo Tobias que estaba anteriormente en el suelo en un charco de sangre, ahora estaba de pie delante de él. No había heridas en su cuerpo, la sangre solo manchaba su piyama, pero no fue eso lo que alarmó a Horus. Allí estaba de nuevo, aquello ojos oscuros que lo miraban. Lo miraban, haciéndole estremecerse y exigiendo su sumisión.

Un sentimiento abrumador lo recorrió y casi cae de rodillas sin fuerza. No entendía por qué estaba ocurriendo aquello. No se podía mover. Estaba paralizado.

-Horus- el nombre de él salió de los labios de Tobias con una voz grave que se arrastró- Mi Horus- la sonrisa se hizo más amplia mientras caminaba hacia él jugando con un gran pedazo de vidrio en su mano- De todos no pensé que serías tú el que estaría a mi lado- acercó el vidrio al rostro del dios y acarició su mejilla dejando una fina herida que apenas sangró.

Horus quería apretar sus puños pero le era imposible, apenas si podía hablar. Cada vez le era más familiar esa voz pero no podía recordar donde. Había una imagen en su mente que bailaba de un lado a otro pero no se materializaba y eso era frustrante.

-¿Quién eres?- pudo preguntar con mucho esfuerzo.

-Tú lo sabes muy bien Horus- el vidrio esta vez se desplazó por su garganta cortando más profundamente- Acaso ya no me recuerdas- sonrió torcidamente ante la mueca de dolor del dios- O si verdad, no puedes recordarme, yo hice aquello- se carcajeó soltando el vidrio- Esta vez fue divertido verte, la próxima vez divirtámonos más- sus dedos presionaron la herida del cuello haciendo que gotas de sangre se desplazaran por el pecho de Horus.

La presión del cuerpo de halcón pronto se desvaneció pudiendo respirar de nuevo. Los ojos de Tobias delante de él se cerraron rápidamente y se precipitó hacia el suelo. Horus logró agarrarlo en el aire. Estaba inconsciente.

Otra vez estaba allí, con miles de preguntas en su cabeza y sin ninguna respuesta. No entendía que demonios le ocurría a Tobias pero tenía ya la seguridad de que alguien estaba dentro de él, pero mientras más pensaba en quien pudiera ser más lejos se encontraba el resultado. Suspiró y cargó el cuerpo del Oráculo hacia su cuarto y le quitó las prendas antes de acostarlo en la cama.

Se sentó a su lado y se quedó pensativo. Esto no era un asunto a tomar a la ligera. Primero había pensado que solo era algo muy simple pero después de  sentir la fuerza que había paralizado su cuerpo no había dudas de que debía reportarlo a Ra de alguna forma. Lo más seguro era que Tobias no le creyera, el chico no recordaba nada después de cada suceso. De igual forma había que hacer algo pronto.

El sonido del reloj despertó a Tobias horas más tarde. Se removió y se encontró acostado en su cama. Lo último que recordaba era una voz diciéndole algo y después un dolor cegador que le había hecho perder la conciencia. Se removió y gimió de dolor. Su cuerpo se regeneraba con facilidad, eso era parte de su naturaleza pero eso no opacaba que aun así se mantuviera el recuerdo del dolor por varias horas. Era algo con que había aprendido a lidiar más no era cómodo.

-¿Estás despierto?- oyó la voz de Horus cerca de él, muy cerca y sintió como el colchón se inclinaba ligeramente hacia un lado.

-Sí, muy despierto- se sentó apretando los dientes, conteniendo otro gemido de dolor –Lo suficiente para que me expliques que fue esto de esta mañana-

Un silencio invadió la habitación y Tobias oyó como el dios tragaba.

-Algo que no volverá a ocurrir- había sinceridad en sus palabras.

Tobias alzó una ceja y cruzó sus brazos en su pecho.

-No creo que sea eso lo que te pregunté- ahora su mente se despejaba y recordaba bien el suceso del chico. Estaba muy claro lo que habían hecho, el olor a sexo y la fragancia natural de Horus estaba sobre su piel.

-Más allá de eso- Horus cambió el tema, su tono era duro- Necesito hablar con Ra-

Tobias pestañeó.

-No creo que él quiera escuchar alguna exigencia tuya referente a que quieres volver-

-No es nada de eso- Horus evitó subir el volumen de su voz- hay algo que tengo que decirle…respecto a ti-

Tobias ahora estaba más confundido.

-No creo que haya nada mal conmigo- mintió, ya sabía por dónde venía el tema.

-No te hagas el iluso Tobias- le agarró el brazo como un grillete- Sabes muy bien que hay algo dentro de ti, no me importa si no recuerdas nada sobre eso-

Una gota de sudor corrió por la sien del oráculo. Pensaba que Horus no se había dado cuenta pero al parecer eso estaba haciendo de las suyas mientras su conciencia se mandaba a volar.

-No creo que podamos hablar con Ra- suspiró sacudiendo su brazo para liberarse del agarre de Horus- No puedo contactarme con él-

La Redención de Horus #2 (PAUSADA) Trilogía Dioses CautivadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora