En el sofá

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Horus les dio a Anubis y Darien un resumen bastante resumido de lo ocurrido omitiendo ciertas partes que de seguro a nadie le importaban además de él, como cierto chico metido a escondidas dentro de la casa, como las manos un poco sueltas sobre el cuerpo del Oráculo. Los dos frente a él no habían dicho una sola palabra pero sus rostros no decían nada.

Darien se levantó de repente.

-Voy…a ver a Tobias- pasó por delante Anubis y se dirigió hacia la habitación.

-Oye, no vayas a decir de más- Horus le advirtió.

-Le digo lo que me dé la gana- Darien le sacó el dedo del medio por encima de su hombro.

Horus sonrió. El chico había cambiado para bien en el tiempo en que no se habían ido, lo suficiente para responderle de aquella forma. Cuando volvió su rostro los ojos de Anubis lo estaban fulminando en advertencia. El halcón alzó una ceja divertido.

-No tengo los ojos en el culo. Si piensas golpearme cada vez que lo vea como que tenemos un serio problema aquí, primo-

Anubis solo gruñó.

-Mantente alejado de Darien, te lo advierto. Puedo matarte ahora con mucha facilidad y créeme que no tendré remordimiento-

Horus bufó.

-Siéntete agradecido, esta vez te dejaré el camino libre, no estoy más interesado en tu cachorro. Tengo otro punto de referencia que es más interesante- una hilera de dientes se mostró en el rostro de Horus-

-No creo que sea yo el que te mate si le pones un dedo encima al Oráculo-

-Nunca mencioné que fuera Toby-

-No, pero eres realmente evidente Horus-

Eso desconcertó al dios que dejó de sonreír completamente para que una expresión extraña cruzara su rostro. No recordaba estar haciendo para demostrar que estaba interesado en Toby. El chico no estaba mal, le gustaba su cuerpo, lo excitaba de forma diferente a como lo hacían las demás personas pero de ahí a demostrarlo…

Anubis esta vez fue el que sonrió triunfante. Le había callado la boca a su primo, pero en su interior no estaba tranquilo. Ya había sufrido porque este se había metido con su cachorro, no dejaría que hiciera lo que le viniera en gana con Tobias. Y estaba seguro que Darien tampoco.

Darien entró a la habitación asomándose. Encontró a Tobias poniéndose un suéter delgado negro de cuello alto. Se adhería  su cuerpo delgado como una segunda piel.

-Hola- le dijo  no muy seguro de querer pasar.

El Oráculo le sonrió y palmeo la cama para que se acercara a él. Darien cerró la puerta detrás de él y corrió sentándose a su lado.

-¿Cómo te va en el Imperio?- Tobias fue el que comenzó a hablar.

Una sonrisa no pudo evitar salir de los labios del menor.

-No sé cómo decirte esto pero nunca he sido más feliz en mi vida. Es verdad que paso bastante tiempo dentro del templo de Anubis, los demás dioses aún se están acostumbrando a mi presencia pero no me aburro. Anubis siempre pasa el mayor tiempo posible conmigo y Nastet y Kalet van a visitarme con frecuencia. Anubis es muy bueno conmigo y me cuida-

-Eso es bueno- Tobias había tenido una leve visión del futuro de Darien después de haberse retirado del Imperio por lo que sabía que estaría bien pero quería escucharlo de sus propios labios.

-En cuánto a ti ¿Cómo te lleva esta situación?- tomó sus manos entre las suyas. Darien estaba preocupado- ¿Horus no te ha hecho nada? Sé que ha perdido sus poderes y que de alguna forma ha cambiado aunque sea algo, pero sigue siendo el mismo dios que…-

La Redención de Horus #2 (PAUSADA) Trilogía Dioses CautivadosDonde viven las historias. Descúbrelo ahora