Horus se negaba a buscar trabajo. No lo haría. Él no trabajaría. No se rebajaría a ese nivel. Pero su cerrada mentalidad vaciló al llegar a él el delicioso aroma del desayuno que Tobias preparaba para sí mismo. El muy maldito, pero tenía que reconocer que cocinaba para comerse los dedos a pesar de que el día anterior no le dejó repetir.
-¿Qué desayunaré hoy?- preguntó descaradamente poniendo los pies sobre la mesita delante de él y recostándose en el sofá.
-Me parece que fui claro la última vez- Tobias intentaba mantener una atmósfera tranquila a pesar de lo último que había pasado entre ellos –te advertí que para comer tienes que trabajar-
-Tú eres rico, que necesidad tengo, además tienes una despensa llena de comida, por qué doblar el lomo, soy un dios, los dioses no trabajan-
Tobías quiso patearlo. Con esa mentalidad de seguro Ra no lo dejaría tocar el Imperio ni con un solo cabello rubio de su estúpida cabeza. Horus no había asimilado todavía que debía cumplir ciertos parámetros para que le fuera permitido volver a su estatus anterior. Uno de ellos era ganarse su propio plato de comida y no estaba haciendo realmente nada para cooperar. Aunque él tenía sus razones para odiarlo, si pudiera ascender otra vez sería un alivio para él. Había estado en su casa un solo día y ya tenía su vida patas arriba. Así no podía seguir, además lo ocurrida hacía algunas horas aún estaba muy vigente.
Se había dignado a olvidarlo pero no había podido dormir mucho anoche. Incluso en la mañana el roce de aquellas manos por su cuerpo se mantenía latente, torturándolo. Eso nunca había ocurrido antes y lo ponía de mal humor. Tal vez porque nunca había permitido tal roce con otra persona. No lo sabía pero la sensación era algo que comenzaba a abrumarlo. Sabía lo que era e placer porque había quienes le habían comentado, pero nunca lo había experimentado por sí mismo. Ni siquiera en todos sus largos años de vida. No se permitiría ser un objeto inútil para la única persona que lo había salvado.
-Tendré la despensa llena pero no para alguien como tú- sirvió la primera ración del desayuno en un plato y tomó una botella de agua del refrigerado, lo único que tenía allí. Toda la comida estaba guardaba bajo llave para que manos aprovechadoras no la tomaran sin permiso.
-Eres realmente tacaño- Horus le miró con el ceño fruncido, molesto.
-No me importa lo que digas, tú opinión me es indiferente-
Al dios, esta vez no le gustaron estas palabras y se levantó caminando hacia el chico pero se detuvo a frente a él sin ponerle una mano arriba recordando lo acorrido ayer y su resultado en el piso. Eso había dolido. Apretó los puños con fuerza y fulminándolo con la mirada. Tobias por su parte solo agarró su desayuno cuando se dispuso a caminar hacia la mesa, se detuvo en seco y el plato cayó al suelo astillándose, seguido de la botella. Horus solo pudo ver como este se quedaba congelado en su lugar.
-Oye- Horus lo llamó sin respuesta, se estaba comportando raro –Oye -lo volvió a llamar poniendo una mano sobre su hombro y zarandeándolo pero no funcionó, el joven estaba como en otro mundo.
Un minuto después fue como si el alma le hubiera vuelto al cuerpo y su rostro tomó color. Se giró sin decir una palabra y fue corriendo hacia el baño arrodillándose delante del váter. Simplemente vomitó. Horus lo siguió por curiosidad y se recostó sobre el marco de a puerta viendo a Tobias soltar el estómago por la boca. Tenía una arcada tras otra y su cuerpo se estremecía con violencia.
-Vaya, al parecer el que la hace la paga, te lo merec…-pero no dijo más cuando el rostro del joven se alzó un poco y vio sangre además de la bilis que había soltado.
-Vete a la mierda Horus- Tobias le pidió con voz temblorosa.
Horus mantuvo su boca cerrada y dio media vuelta para alivio del menor. No tenía ni gota de fuerza para pelear con él. Esta vez la visión había sido breve pero muy agresiva. Además había vomitaba sangre. Tal vez se debía al veneno de Serpha dentro de él. Tendría que decírselo a Ra cuanto antes. Sabía que tenía sus preocupaciones, pero si seguía dándole de lado su vida se extinguiría. Abrió su mente para poder establecer la conexión cuando…
-No lo harás- una voz resonó en su cabeza y el cuerpo completo de Tobias se paralizo perdiendo la capacidad de controlarse. Sus labios fueron cerrados sin permitirle decir una palabra.
En la sala Horus había aprovechado para devorar lo que había quedado en el sartén cuando un escalofríalo lo recorrió. Una presencia, había una presencia. Entrecerró los ojos en un intento de ubicarla. Se encaminó nuevamente al baño para encontrar a Tobias inconsciente en el suelo. Esta vez de su boca salía más sangre y su mano estaba manchada del mismo líquido.
-Pero qué demonios- el dios se quedó perplejo y resopló.
Miró hacia todos los lados. La presencia se había difuminado, ya no podía sentirla. Acaso alguien había tenido los huevos de entrar en aquella casa donde estaba él y atacar al chico. Pateó el suelo con la punta del zapato. Para colmo tenía que cuidar a su esclavizador.
-Esta te la cobraré en grande- se acercó y lo cargó entre sus brazos llevándolo a la cama.
Miró parte de su ropa manchada de sangre y una imagen que había quedado grabada en su mente volvió. Tragó en seco. Los sucesos de la guerra, era algo que lo atormentaban, el cuerpo de Darien ensangrentado en los brazos de Anubis era algo que le había quitado el sueño por un tiempo considerable.
Sin ninguna segunda intención llevó sus dedos sobre el primer botón de la camisa esperando el primer impacto de electricidad que nunca llegó. Bueno, esta vez solo quería quietarle la ropa manchada, no violárselo. Abrió botón por botón dejando ver una piel blanca, suave, hermosa en un cuerpo delgado y una estrecha cintura.
Horus se quedó inmerso en lo que veía por unos minutos y se sentó en el borde de la cama recostándose en un brazo apoyado al otro lado de Tobias. Con un dedo recorrió la línea de la clavícula hasta el ombligo donde lo dejó descansar. El toque fue suave y sin sentido sexual. Se había quedado asombrado.
Había estado con innumerables amantes, el que más había quedado en su mente era Darien, quería al chico, era hermoso, delicioso, pero ahora le pertenecía a alguien, precisamente a su primo. Pero por un momento la idea de que había alguien más hermoso que él le cruzó la mente.
Horus no podía apartar los ojos de aquel chico. Dormido y con la luz que se filtraba por las ventanas se veía mucho mejor. Si solo le se quedaba así fuera mejor. Se pasó la lengua por sus labios resecos y bajó su torso levemente hasta dejar un suave beso sobre su abdomen. La sensación fue cálida y su piel hormigueó ante el contacto. Delicioso. Fue subiendo lentamente dejando pequeños besos hasta llegar a uno de sus pezones y lo lamió. No recibió respuesta por parte de Tobias. Volvió a lamerlo antes de seguir su camino hasta llegar al cuello, donde dejó caer sus labios dejando una marca roja y un ligero sabor metálico contra su paladar.
Eso lo hizo volver a la realidad. Se sacudió la cabeza. Por un momento se había quedado inmerso en sus fantasías y se había olvidado que el chico había colapsado en el baño. Él nunca había atendido a nadie y menos cuidado. ¿Y ahora, qué hacía?
ESTÁS LEYENDO
La Redención de Horus #2 (PAUSADA) Trilogía Dioses Cautivados
RomanceHorus ha sido juzgado y expulsado del Imperio. Ahora tendrá que vivir en el mundo humano custodiado por Tobías, aquel chico ciego que resulta ser el Oráculo de Ra, y que por alguna razón lo odia. Aunque el dios solo tiene intenciones de retornar a s...