Corazón 9

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Disclamer: Todos los personajes, lugares y demás elementos, salvo la historia en sí que es mía, pertenecen a Rumiko Takahashi.

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-Corazones Distraídos-

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9.

(Epílogo)

Ellas Saben

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Cuando la noche cayó definitivamente aquel San Valentín y parecía que los corazones henchidos de amor de los jóvenes amantes, desbordados de ternura y romanticismo, iban a retirarse a descansar... Cabía preguntarse qué estarían sintiendo los corazones de aquellos no tan jóvenes y, quizás, menos proclives a degustar ya ese tipo de amor.

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Soun Tendo y Genma Saotome regresan al dojo cuando las sombras ya han caído. La casa está silenciosa y todas las luces apagadas (que ellos notaran en un principio). Cruzan el portón entre resoplidos y algún que otro gruñido quejicoso; son hombres fuertes aún, pero los músculos se resienten, desvergonzados, mucho antes que en sus buenos tiempos.

Se descalzan de forma mecánica y se detienen para olisquear el ambiente. Al no captar nada, intercambian una mirada de alerta. Penetran en la vivienda un poco más y se sorprenden al no ver a Kasumi en la cocina, como es lo habitual a esas horas de la noche.

Pero no desesperan (aún son hombres de recursos) pues uno de ellos sugiere encargar la cena de forma resuelta; sus estómagos vacíos dejan de temblar. Primero lo intentan en el Neko Hanten, pero nadie coge el teléfono para anotar su pedido.

—¡Qué raro! —dicta Genma, rascándose la calva a través de la fina tela de su pañuelo.

—Probaré donde Ukyo —tercia Soun, para unos minutos más tarde anunciar—. ¡Tampoco responde nadie!

—¿Es tan tarde?

En lugar de buscar un reloj y, a pesar de que ambos individuos vienen justamente de la calle, lo que hacen es atravesar el pasillo rumbo al comedor. Soun yergue la cabeza, haciendo una mueca de incredulidad de nuevo, ante el impropio silencio que hay en su casa.

En un momento dado cae en la cuenta de que no sabe realmente dónde están sus hijas ni qué estarán haciendo, pero no es algo que le perturbe demasiado pues les tiene la máxima confianza que puede tener un padre que, por temor o por pereza, procura meterse lo menos posible en los asuntos de sus vástagos.

El comedor está vacío, pero las puertas que dan al jardín están abiertas de par en par y el frío de la noche amenaza con invadir el hogar. Soun se asoma un momento y respira hondo; ese airecillo que entra por su nariz va directo a sus pulmones produciéndole una sensación curiosa, de frescura y revitalización. Por unos instantes, quiere creer la fantasía de que vuelve a tener veinte años, con toda la fuerza y libertad que eso supone. Pero es una mentira que muere prematuramente... los riñones le tiran como unos condenados y siente su espalda ligeramente encorvada por el peso de la edad. Además que, de tener realmente veinte años, no estaría esa noche, esa en concreto, solo en una casa vacía al poco de haber anochecido, ¿verdad?

Los jóvenes salen a divertirse... piensa resignado, como haría un auténtico anciano que ya mira a la vida con los ojos entornados y una sonrisilla de suficiencia en los labios.

Por eso mis hijas no están aquí, comprende poco después.

Pero Genma, su querido amigo y compañero de fatigas, aparece justo a tiempo para salvarle de ese dudoso momento de abatimiento. Le muestra una botella recién abierta de delicioso sake y un par de vasos; Soun se siente mucho mejor ante tal inesperado regalo que con el aire fresco; qué duda cabe.

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⏰ Last updated: Feb 29, 2020 ⏰

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