Corazón 7

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Disclamer: Todos los personajes, lugares y parte de la trama son de la propiedad de Rumiko Takahashi, yo escribo para divertirme nada más.

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-Corazones Distraídos-

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7.

(Akane)

Huyamos Juntos Siempre

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El helado empezaba a derretirse.

El "especial para parejas" por San Valentín había resultado ser unas siete bolas de helados unidas entre sí por la escarcha del congelador formando un armatoste colorido con nata y chocolate derretido por encima. Todo ello se ofrecía sobre un cuenco alargado y marrón que simulaba una especie de barca en miniatura con dos diminutas cucharillas clavadas en la parte más congelada.

"Porque el amor es un viaje... para dos" rezaba el eslogan de la tienda.

Akane había puesto los ojos en blanco al leer esas palabras. ¿Era ella o no tenían ningún sentido? ¿El amor era un viaje?

¿En serio?

Porque entonces ella llevaba casi un año de travesía y sin embargo no se había movido un milímetro del punto inicial.

Las bolas de la parte de abajo ya se habían convertido en un curioso caldo que, para mayor desagrado, había adoptado un tono pardo muy poco suculento. Las de la parte de arriba aún resistían pero la debacle era inminente. La pequeña barca brillaba por la condensación del aire y empezaba a dejar un cerco sobre la mesa.

Akane resopló con el estómago cerrado.

Miró hacia su derecha y comprobó que Ranma seguía quieto, con los brazos caídos a ambos lados de su cuerpo y sin la menor intención (aparentemente) de atacar el helado. Volvió a desviar la mirada, apretando ligeramente los labios.

Cada vez se sentía más frustrada.

Cualquier otro día, esa enorme mole de helado medio derretido y medio congelado no le habría durado ni diez minutos al glotón de su prometido, pero hoy apenas había engullido, y con dificultad, un par de cucharadas antes de llevarse una mano al estómago y desistir. Akane le había mirado de soslayo, sabiendo lo que le ocurría. Estaba tan nervioso que ni comer podía.

Esa era la auténtica razón de que, cuanto más miraba como ese helado se deshacía, más frustración se adueñaba de ella. No era la intimidante visión de la montaña de helado, el extraño color que estaba adquiriendo o ese estúpido eslogan que veía escrito con enormes letras por todas partes del abarrotado local; era por él, por Ranma. Y porque llevaba ya más de media hora aguantándose las ganas de coger a su prometido de la camisa y zarandearle con todas sus fuerzas mientras le gritaba: ¡¿Quieres calmarte de una maldita vez?!

No, no, no Akane sacudió la cabeza hundiendo sus manos en su regazo. En seguida dejó de hacerlo, no quería arrugar el vestido. ¡No! Ese día mantendría la calma y no dejaría que su carácter tomara el control de sus actos.

Estaba decidida a ser paciente hasta el final.

¡Cómo si no estuviera acostumbrada a la frustración después de tanto tiempo! Aunque quizás fuera ese justamente el problema...

Volvió a mirarle de reojo. ¿Cuánto rato llevaban en silencio como un par de tontos?

¡Tengo que hacer algo! Se dijo.

Corazones DistraídosWhere stories live. Discover now