Las consecuencias de ser viral no son tan bonitas como crees

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Las consecuencias de ser viral no son tan bonitas como crees

20 de abril del 2014

Colegio Privado para jóvenes privilegiados y talentosos "LA VIRTUD".

Nueva York, Estados Unidos.

9:45 AM.

Una hora después de la muerte de Paolo Boves.

OFICINA DE LA CONSEJERA LAURIS SCOTT.

ADA.

Mi respiración se entrecorta.

Mis ojos pican mientras las lágrimas salen de mis ojos sin aviso, aunque intento controlarlas, no hay remedio, no hay un impedimento para que me derrumbe frente a desconocidos.

Niego con la cabeza mientras en mi mente queda latente la imagen viva de él, lanzándose desde el noveno piso y a la vez, como su cuerpo pega contra el asfalto, casi al mismo tiempo en que sale de su cabeza un charco grande y oscuro de color carmesí.

Pero lo que más se repite es el horrible y tenebroso sonido de su cuerpo chocando contra el suelo, el grito que dio antes de caer y el hecho de que murió frente a mí, y que no pude hacer nada.

Pongo las manos en mi boca, intentando esconder los sollozos, pero solamente consigo llorar con más ganas, sin poder creer que estoy está pasando a la vez que no puedo detenerme y siento que me estoy asfixiando al darme cuenta de que el mundo se me ha derrumbado por ella.

Porque sé que todo fue por culpa de ella.

Que él se fue por mi culpa.

Que ahora, todos los saben.

Que estoy... estoy acabada desde hace quince días por su culpa, solo que hoy empeoró todo lo que pensé que no podría ponerse peor.

—¿Estás bien, Mía? ¿Necesitas un minuto a solas para que podamos comenzar?

—No me diga Mía, mi nombre es Ada...— susurro.

—Lo siento. — se disculpa ella: — Pero ese es tu primer nombre...—

—¡No me gusta ese nombre!

La voz de la consejera, después de mi grito, llega a mis oídos y pestañeo incrédula, desorientada, adolorida, confundida y niego con la cabeza de forma lenta, mientras siento las lágrimas deslizarse por mis mejillas, humedeciéndolas a su paso.

Todo mi cuerpo duele y no sé si es por la golpiza descontrolada que le di al darme cuenta de que siempre fue ella, que por su culpa él se fue, o por el vacío que tengo dentro de mi pecho al saber toda la verdad; al darme cuenta de cómo todos me miran, del infierno en el que se ha convertido mi vida al hacerme viral, de una forma que nunca pedí, de una manera que me impusieron y logrando así arrebatarme toda mi vida en quince días. 

Sigo llorando mientras en mi cabeza pasan ideas estúpidas; como la posibilidad de que nunca fuera enviado nada, de que yo fuera una persona inteligente y no hubiese cometido la gran metida de pata que cometí. Las cosas, hubiesen sido distintas a grandes niveles, como por ejemplo: él viviera todavía y yo no hubiese sido tan cruel con él sin saber que esas hubieran sido mis últimas palabras.

Observo en cámara lenta, porque desde que lo vi caer justo a mi lado, esa es la forma en la que veo el mundo, como la consejera saca un pañuelo blanco de su cartera y me lo extiende formando una sonrisa dulce.

Sé perfectamente que para ella debe ser fuerte, toda esta situación, todo lo que sucedió por nuestro juego adolescente se salió de control.

Una fiesta comenzó el primer error de mi vida y ella terminó mandándonos a todos al infierno con tan solo un clic al difundir esos videos, al destruir mi vida, al hacernos virales.

Siento el ardor en mi rostro debido a sus rasguños y sus golpes, a la vez que trago saliva mientras tomo el pañuelo con las manos temblorosas e intento limpiar las lágrimas, pero siguen saliendo mas de mis ojos y parece que no puedo detenerlas.

La consejera Lauris forma una sonrisa forzada y ladea la cabeza antes de preguntar: — ¿Quieres que llame a tus padres, Ada?

—No. — mi respuesta sale clara y rápida, no lo pienso dos veces; aunque perfectamente sé que debo enfrentarlos, de que debo darles la cara y soportar la incertidumbre que me provocara sus miradas llenas de decepción y reproche, sé que no soy capaz de hacerlo, al menos no ahora.

—La policía quiere interrogarte, Ada — la voz de la directora Valeria, que ha estado al lado de la consejera, solo hace que haga una mueca de temor, mientras sigo pasando el pañuelo por mi rostro. La consejera Lauris, a su lado, se acomoda los lentes y se relame los labios, incómoda, antes de añadir por la directora.

—Todos estamos muy conmocionados por lo que acaba de suceder, Ada, pero es necesario que des tu versión de la historia a las autoridades porque ella ya la dio y sabes lo que eso significa.

—¡Ella es la maldita culpable de que todo esto haya sucedido! — estallo, al ver su expresión de pena y vergüenza, mientras me sobresalto, levantándome de la silla con rapidez con una fuerza que ni siquiera sabia que tenía — ¡Ella debería morir por lo que nos hizo! Ella hizo que él... ¡Maldita sea! — meneo la cabeza —Todo es su culpa, ella... ella...—

—Lo sabemos, Ada — una voz a mis espaldas, me hace girar y el miedo cala por mis huesos al ver a su padre ahí — Ella fue la culpable, después de todo, las cosas han pasado por ella difundir esos vídeos.

Mis labios se resecan, mi respiración falla y yo niego con la cabeza.

—¡Usted no le hará nada! — grito con desesperación y puedo ver el pesar en su mirada — Ella destruyó nuestras vidas, ella hizo que él se suicidara...—

—Mi hija pagará por todo, Ada — la voz del oficial de policía con el que me críe me hace temblar durante toda mi vida y con el que jamás imagine estar en esta situación, es fuerte y clara, aunque veo la tristeza reflejada en sus ojos.

Niego con la cabeza, mirándolo desconcertada y un pitido se apodera de mis oídos, haciendo que me desconcentre y cuando algo negro nubla mi mirada, siento como el aire me falta en los pulmones y lo último que llena mi memoria, sea la imagen de él lanzándose...

¿Por qué nunca le creí? ¿Por qué fui tan estúpida y...?

—Ada, debes calmarte. — escucho la voz de la consejera Lauris, lejana, pero pestañeo varias veces viéndola de forma borrosa.

—No quiero que sea real...— digo, con la voz ahogada, aun sin dejar de llorar y siento que estoy a nada de entrar a un colapso nervioso.

—Lo es, es real y debes testificar para que se haga justicia por lo que le pasó. —dice la directora Valeria.

Miro desorientada al oficial de policía y a la consejera Lauris.

—¿De qué está hablando? — pregunto, temiendo de la respuesta.

La consejera Lauris carraspea.

—No sea si sea oportuno decírtelo en ese estado, Ada...—

—¡Necesito que me digan que es lo que pasa! — grito y los tres adultos, frente a mí, se colocan rígidos.

—Él no se lanzó, Ada. Creemos que alguien lo empujó, lo que significa que es...— comienza a decir el oficial de policía y...

—Un homicidio. — responde una voz detrás de mí y cuando volteo, veo a mi madre.

VIRALES  - [Tu vida arruinada con un solo clic]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora