- ¿la protegías? ¿de que la protegías? ¿por qué no luchaste? - frunzo el ceño molesta- ¿Por qué todos los hombres piensan que tienen que protegernos? Nosotras podemos hacerlo a la perfección, ustedes lo arruinan todo...solo se alejan y cuan...
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CAPITULO DIECISIETE
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El sábado en la noche luego de dejar a mi madre sentada en la sala con los demás, subí corriendo y me cole a su habitación, donde busque desesperada una maleta y la llene de una cantidad exasperante de ropa y cosas que podría utilizar en su estadía en florida, cerré la puerta y tome mi celular para llamar a Carlisle
-sí, sí estoy bien - suspiro- solo quería pedirte algo - me muerdo el labio nerviosa- los neófitos llegan en tres días y mi familia se marcha mañana en la mañana, estaba pensando que podría mandar a mi madre con ellos con uno de los boletos que tú y Esme me regalaron - suspiro - tu eres su jefe, pero sé que deben responderle a otra persona, Carlisle el punto es ¿podrías explicar la ausencia de mi mama en el hospital por una semana? -luego de un segundos en silencio susurro un leve - por favor
-claro, lo haré en seguida -suspira - siento que tengas que pasar por todo esto
-no, yo no -sonrió - tengo miedo, pero si eso conlleva estar con Edward estoy dispuesta a arriesgarme, pero no a mi mama, por favor no le digas nada a él, me obligaría a marcharme junto a mi madre y yo no quiero
-no le diré nada - se escucha un suspiro- nos vemos Cath
-gracias Carlisle - termino la llamada después de escuchar su respuesta, acto seguido escondo la maleta y me dirijo a mi habitación, miro cada rincón en busca de Edward, pero no lo encuentro por lo que decido buscar una canción y adentrarme al baño donde comienzo a cantar mientras que pongo a llenar la bañera y me voy desprendiendo prenda por prenda hasta quedar en ropa interior frente al espejo, comienzo a detallar mi cuerpo hasta que llego a mi cuello donde lentamente recorro la marca con mi dedo índice, dejo de mirar el reflejo de mi cuello para mirar al frente y encontrarme a Edward mirándome, es tanta la sorpresa que grito
-¿qué haces? -digo poniéndome la mano derecha sobre mi pecho -deberías no sé, hacer ruido por lo menos, vas a matarme de un infarto -me pongo rápidamente mi bata de baño
-lo siento -dice con una sonrisa -te daré unos minutos
-gracias - susurro mientras cierro la puerta, dejo salir una risita nerviosa y tapo mi cara con ambas manos- no se supone que me verías así hasta después del matrimonio
