- ¿la protegías? ¿de que la protegías? ¿por qué no luchaste? - frunzo el ceño molesta- ¿Por qué todos los hombres piensan que tienen que protegernos? Nosotras podemos hacerlo a la perfección, ustedes lo arruinan todo...solo se alejan y cuan...
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CAPITULO TREINTA Y DOS
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Miro por última vez mi reflejo y sonrió encantada, el vestido esta ceñido a mi cintura y se extiende en una hermosa falda floja continuando con una larga y elegante cola, las mangas son largas y un poco más trasparentes que el resto del vestido de encaje, detallo el escote y sonrió, el vestido es perfecto.
- Creo que ya debemos salir – escucho el susurro de Hernán
- Si – asiento levemente y tomo su brazo – Creo que ya es hora – susurro nerviosa
- Todavía tienes tiempo de escapar – me mira serio
- No – me rio – Quiero hacer esto – suspiro – Él es el indicado
- Sabes que siempre contaras con tu familia, linda
- Lo sé – suspiro nerviosa
- Todo estará bien
Asiento en su dirección y fijo mi mirada en la entrada, en el gran espacio, la nieve cubre el pasto, los pocos asientos que logro ver están decorados con hermosas cintas y claveles blancos, no sé como pero sobre nuestras cabezas se despliegan hermosas flores blancas dándole un aspecto más romántico al ambiente.
Una melodía desconocida para mi comienza a sonar y de inmediato los presente se levantan y voltean su mirada buscando a la novia, mis manos comienzan a temblar y trago con dificultad.
- Por favor, no hagas un espectáculo – susurro
- No lo haré – suspira – Andando
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