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No me quiero dejar engañar.

viernes 13.


Casi una semana desde que Chase y Tomas, que no me lo tomaba muy cercanos, por más que mamá me obligara, estaban en mi casa.

Todos los días me sonaba a que iba a ser una historia con un desarrollo distinto, y sexual.

Me quedé en la cama, con los ojos entre cerrados, recién eran las 10 y para mi era muy temprano.

—Josefina —agregó el morocho parándose en medio de la puerta —Tu mamá dice que bajes a comer algo.

—Decile que no tengo hambre y que la próxima vez venga ella a decírmelo.

El castaño rodó los ojos y se retiró antes de que empiece a bardear en todos los idiomas.

—Vos baja —se escuchó desde abajo.

—No quiero —agregué.

—Dale antes de que pierda la paciencia —agregó la mayor queriendo no pasar vergüenza.

La puta madre.

Me levanté y me miré al espejo, en mi cara se notaba punta a punta de mis ojeras, supuse que de tanto no dormir me estaba afectando y bastante, en mi humor también se notaba.

—Ma, ¿puedo ir a caminar un rato?

—Desayuna algo.

Subí, me cambié a algo cómodo y bajé para comer una tostada que había dejado mamá para mi.

—Listo, ¿puedo ir? —agregué con toda la tostada en la boca.

—Vas con Chase —agregó mirando con cara amenazadora.

—Yo quiero ir sola —agregué con una sonrisa, obviamente falsa.

—A mi me duele el pie, así que no creo que pueda ir —dijo el castaño mirándome con una ceja levantada.

—Si te doliera el pie no hubieras subido y bajado las escaleras rápido —agregó Tomas mirando fijamente al castaño.

—Bueno, no tengo ganas de ir a ningún lado —agregó dándole lo mismo.

—Entonces te quedas acá Jose —agregó mamá tomando su café.

—¿Por que no puedo ir sola? No me voy a ir con ningún chico ni nada por el estilo, sabes que no hago eso.

—No me gusta que andes sola por ahí.

—¿Quien me va a mirar con la ropa que tengo puesta?

—Bueno, la acompaño —agregó Chase parando la discusión.

Este solo pasó por atrás mío y me miró mal, sabía que cuando pasáramos la puerta, me iba a putear.

—Bueno, vayan —agregó mamá con una sonrisa.

No quería ir acompañada, pero no me quedaba de otra, si no iba con Chase directamente no salía.

Al pasar la puerta y cerrarla el castaño puso las manos en los bolsillos y empezó a caminar; yo lo miré confundida.

𝘩𝘦𝘳𝘮𝘢𝘯𝘢𝘴𝘵𝘳𝘰𝘴 - 𝘤𝘩𝘢𝘴𝘦 𝘩𝘶𝘥𝘴𝘰𝘯 Donde viven las historias. Descúbrelo ahora