Mi amado Londres.

Prólogo

   - ¿Mi sueño?

   - Sí, ¿cuál es tu sueño?

   - No lo sé... Tal vez... ¿Escribir?

   - ¿Escribir? ¡Qué anticuada! - Violeta no paraba de reír con la respuesta que le daba su hermana.

   - Vi... Tú me preguntaste y... ¿Sabes? ¡Me encantaría poder escribir una historia de esas románticas y de ensueño que papá solía leernos! A ti, ¿no te fascinaría poder formar la sonrisa en los labios de otra persona? Quizá, incluso logre hacer que alguien más quiera hacerlo.

   - Ya... Perdóname; es solo que es igual a lo que decías cuando mamá entraba a la habitación para darnos las buenas noches, papá cerraba el libro y tú te dejabas caer sobre la cama diciendo que algún día serías tú quien escribiera esas historias. - Violeta miraba el cielo, a punto de romper en lágrimas.

   - Vi, ¿y el tuyo? - La otra hermana preguntaba mientras tomaba un mechón largo y liso del cabello de Violeta.

   - ¿Mi qué?... ¿Mi sueño?

   - Sí, tu sueño.

   - ¡Fácil! Enamorarme, casarme y tener una familia tan grande que no puedas contar el total de pequeñas corriendo y riendo en tu casa cuando vaya a visitarte.

   - ¿Pequeñas? - Una de las gemelas miraba a la otra confundida.

   - Sí, tendré muchas niñas. Todas se llamarán igual que tú, tendrán el nombre de la persona que más deberán amar; solo así, no lo olvidarán nunca. - En respuesta, la otra hermana solo sonrió  y dejó caer su cabeza sobre el hombro de Violeta mientras susurraba un "también te amo"