7.

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La vida consistía en altos y bajos y Stiles lo sabía, casi tanto como sabía que en ese momento todo había tomado un camino de altura, de emoción y de mucha felicidad.

Sus sueños se estaban cumpliendo y todo parecía ir de bien a súper bien, mas él sabía que la vida pasaría cuentas en el momento menos esperado. Tan solo deseaba que fuera en un ámbito que no abarcara ni a Clark ni a él, porque si era sincero, Clark era maravilloso, Clark era todo lo que podía pensar cuando no estaba pensando en el hombre de mayas azules que también le robaba el aliento. Es más, Clark era quien le hacía sonreír en medio de las llamadas con sus padres, casi delatándolo frente a su tan observadora madre. Lastimosamente no podía decir nada, principalmente porque les había dicho que no se metería con su jefe y su papá era un hombre de palabra así que él también lo era, y segundo, porque bueno, lo suyo con el azabache todavía no era algo firme y estable.

¿Y si Clark solo estaba experimentando su sexualidad con él? ¿Y si Clark no estaba enamorado como él seguramente lo estaba? Bien, pues Stiles era un hombre maduro así que podía lidiar con todo. Y si Clark no era, entonces alguien más lo serías.

Unos suaves golpes en la puerta llamaron la atención de Stiles haciéndole alejarse del computador que dejaba ver una resplandeciente imagen del hombre de acero tras una ardua lucha. – Toc toc, ¿está el príncipe de este castillo? – las risas de Clark retumbaron en sus oídos y le parecieron pocas sus dos piernas para llegar a abrir.

-Uh, lamento decirle que se equivocó de castillo, rey. – coqueteó recostándose en el marco de la puerta mientras una sonrisa se pintaba en su rostro. – Pero conozco un plebeyo que es bastante cool.

- Estoy seguro que en aquellos tiempos la palabra "cool" – hizo comillas y todo. – no existía.

- Lo arruinaste. – reprochó haciendo un puchero y besando la mejilla del mayor. Se movió de regreso a su laptop y la cerró, tomó las llaves y la cartera y girando sobre sus talones encontró su sitio en la puerta. – Holap.

- Hola. – sonrió Clark regresando el beso a los cálidos labios contrarios. – Si nos vamos a saludar así ahora, estoy muy de acuerdo, súper de acuerdo.

- Que sea un trato bro. – asintió cerrando la puerta a sus espaldas. Stiles dudó de su siguiente acción, ¿podía tomarle la mano a Clark?

- Tu lengua estuvo en mi boca hace segundos, no me digas bro. – refunfuñó Clark disipando las dudas del castaño al tomar su mano y entrelazarla con la suya. - ¿A dónde vamos?

- Es una sorpresa. – soltó Stiles orgulloso inflando su pecho y caminando seguro.

- Y cómo se supone que te llevaré a la sorpresa si no sé dónde es.

- Ah, bueno, uhm, no había pensado eso. – chifló divertido. – ¿Y si dejas tu auto aquí y luego volvemos por él? No estamos nada lejos del destino.

- Si quieres repetir lo del otro día solo tienes que pedirlo Stiles. – la cara enrojecida de Stiles arrebató una carcajada limpia del ojiverde, quien seguido rodeó con sus brazos al más pálido y le besó la mejilla con cariño repetidas veces. – Solo te molesto, pequeño.

- Ya sé, ya sé, es solo que... – pasó saliva y desvió la mirada demasiado avergonzado. Clark describiría su puchero como tierno y peligrosamente precioso.

- ¿Es que qué? – dudó en voz baja tomando el mentón de Stiles haciéndole mirarlo.

- Es que de cierta forma t-también es parte del p-plan...

- Desde ahora me declaro fan de tus planes. – señaló Clark con una risita. – Y si te soy sincero, eh... también era parte de mi plan.

- Eres un pervertidoooo. – acusó el menor sintiendo sus músculos relajarse gratamente. Clark era un experto en hacerlo sentir cómodo y confiado.

S de Stiles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora