12.

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Sabía que había perdido mucha sangre porque lo escuchó en uno de sus múltiples lapsos de lucidez mientras se sentía desfallecer. También sabía que tenía una costilla rota y que su sangre estaba drenándose de forma exagerada. Y si no era suficiente, había tenido una contusión.

Sabía que iba a morir. Lo veía en los ojos de los paramédicos que escuchó gritar alarmados cuando sus signos vitales se detuvieron por primera vez. Era un ataque cardio-respiratorio y él lo sentía a plenitud. Sentía como se ahogaba, como su llama vital se apagaba mientras el hombre le daba la usual reanimación con la presión en el pecho.

Después de ello llegaron los choques eléctricos directos a su pecho. Le dolieron como nada, era un extraño estremecimiento que dolía pero que parecía hacer reaccionar su cuerpo.

Y así lo hizo, le reanimó. Los hombres en aquél coche respiraron complacidos de su logro y buscaron la forma más apta para estabilizarlo hasta que llegaran al hospital y pudiera ser tratado con más profundidad.

Pero las cosas no mejoraron. Un segundo ataque se hizo presente y Stiles no podía respirar esta vez. Su garganta se había inundado de su sangre y lo único que lograba con cada respiración era vomitar más de lo que ya le faltaba.

Todo pasó en un milisegundo para los doctores. Para Stiles, en cambio, fue una eternidad que no dejaría de sentir.

La máquina dejó de sonar.

(...)

¿Cuántos días habían pasado? ¿Estaba muerto? Todo lo que veía era blanco y... ¿verde?

- Uhm. – se quejó intentando moverse, obteniendo como respuesta la queja de todo su cuerpo en un doloroso tirón. – Joder, mierda. – Stiles se quedó quieto al escuchar un ruido a su alrededor. No, no uno, eran dos, tres, varios. Escucho un lloriqueo ahogado y entonces entendió que sí, que estaba muerto.

Ese llanto solo podía significar que estaba viviendo su vida una vez más antes de tener que dejarla ir.

- Stiles, ¿me escuchas? Soy el doctor Génnica.

- ¿Génnica? Qué clase de nombre es ese. – se burló soltando un chillido dolorido al segundo después. Caray, que hasta reírse le dolía.

- Uno parecido a Stiles. – replicó el doctor jactándose de su paciente. - ¿Cómo te sientes?

- Bueno, quitando el hecho de que siento que la cabeza me va a explotar y que tengo más cables conectados que un computador, de maravilla. Uh, sin contar que me duele el culo como si hubiera cogido dura-

- No estás bien, lo tengo. Suminístrenle un poco más de suero. – acotó el doctor negando con la cabeza. Le habían advertido el torbellino que podía ser el chico si llegaba a despertar. – Tienes visita, ¿quieres recibirla?

- Qué más da. Mamá me enseñó a recibir todas las visitas así no sean de agrado, ¿a usted no? – escuchó la risita del doctor y se permitió reír también. Esta vez menos fuerte para no auto producirse daño. Llevó ambas manos a sus ojos para dejar de sentir la viscosidad que sentía y que le producía el que sus vistas fueran verdes y blancas.

Le dio un poco de repelús la textura de lo que tocó, sin embargo, la sensación en sus ojos era refrescante. Se sentía descansado de repente en aquella parte de su cuerpo. Lo que tenía en los ojos que ahora estaba en sus manos era una delicada mascarilla de kiwi para las ojeras.

- ¿Soy una visita de agrado? – escuchó la burla al costado opuesto de donde había escuchado al doctor. – ¿O no?

Stiles siseó un momento y logró recostarse sobre la almohada permitiéndose una mejor posición para ver al hombre de ojos verdes y hermoso pelo oscuro que le admiraba y sonreía de manera abrumadora.

S de Stiles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora