Extra 1.

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- Espera, aquí. - musitó Stiles deteniendo a su novio al pararse enfrente suyo. Le reparó el rostro con detenimiento y adoración. Dios, su novio era guapísimo. Volviendo al punto, condujo sus manos al tallado rostro, reacomodando los cabellos rebeldes que no estaban en la usual ola lateral que tenía cada mañana para ser visto como el impecable Clark Kent.

Esa mañana era diferente. Clark había tenido que cambiarse tres veces antes de - finalmente - poder partir al trabajo. Primero fue un robo, luego fue un asalto y, finalmente, fue Stiles pidiéndole que le rescatara de sus ganas de ver a su novio en el apretado traje. Porque sí, porque Stiles era todo un mandón a veces y amaba ver a Clark siendo Superman. Incluso si eso ocasionaba que llegaran tarde al trabajo.

Su relación ahora constaba de un año. Las citas no se habían detenido, tampoco los encuentros organizados por Stiles en donde Clark tenía que fingir ser un hombre dominante y ansioso por "cogerse" a Stiles. Claro, Clark nunca se quejó, después de todo para él no había algo más importante en su vida que tener a su novio feliz. Y salvar el mundo. Esto segundo sí sobrepasando sus ansias por estar todo el tiempo con el castaño; quien para su felicidad, nunca se quejaba de que saliera tan temprano y se acostara tan tarde debido a su trabajo - no trabajo - como Superman.

Tal factor no necesitaba explicación ni precedentes. Stiles amaba a Clark, pero también amaba a Superman. Y amaba que ambos hicieran su trabajo a coste de cualquier cosa; Clark como novio y periodista, como hombre de sociedad. Y Superman, como el héroe que todos temían y respetaban. Stiles era el fan número uno de ambos, que eran uno y que era suyo.

Stiles siempre había sido fan de su pareja si lo pensaba en retrospectiva. Por una parte, amaba a Superman por ser el hombre de acero capaz de salvar el mundo portando una sonrisa, y por otra, adoraba a Clark por ser un periodista inigualable, por su capacidad de encontrar información de donde nadie más veía esperanza y por su alta capacidad de redactar y hacer todo tan sensitivo para todos.

En resumen, Stiles era un fan acérrimo de todo lo que hacía Clark. Y este, ni corto ni perezoso, se regodeaba cada día en el profundo amor que le profesaba, devolviéndolo con toda la intensidad que podía y todo el amor que sus actos permitían. No había día en que Stiles despertara sin Clark a su lado. O no, a su lado no, más bien en su espalda, abrazándolo férreamente y enredando sus piernas en una deforme posición de cucharita que Clark tanto se negaba a hacer pero que Stiles sabía que amaba. Ese era su Clark, un hombre un tanto posesivo en cuanto a sus actos de abrazarlo por la noche y de besarlo por las mañanas. Esos besos que arrebatan el aliento y que para una persona recién despertada no hace más que dejarle en cortocircuito, así como esos abrazos largos y roba aire que le daba cada tarde cuando podían almorzar juntos solo porque Clark creía que a Stiles le coqueteaban en la oficina.

No podía negar que más de una vez alguien se mostró interesado en invitarlo a una bebida. Pero para Stiles no había ojos más que para Clark, no podía pensar en un mejor compañero de vida, en un mejor hombre. 

- Ahora sí, perfecto. - soltó Stiles depositando un suave y casto beso en los labios de su novio, quien entrecerró los ojos poco conforme con un beso tan lánguido.

- ¿A eso le llamas beso?

- Tú y yo sabemos que no podemos darnos besos diferentes a estos justo ahora. - alegó Stiles apuntando con un dedo al mayor, Clark, reacio a hacer caso, atrapó el dedo entre sus labios y lo lamió. - Claaark. - reprochó en un quejido largo, un puchero instalándose en su cara.

No era justo para él. Ya había sucedido y no podía volver a suceder. Clark siempre alegaba por los besos perezosos, pero ambos ya habían experimentado el darse besos más largos y profundos, llegando a inventar excusas tontas para justificar sus llegadas tardes por culpa de no poder mantener sus miembros en sus pantalones. Y eso iba para Clark, que era quien, a pesar de ser el más calmo y menos lujurioso, siempre tenía un arranque de libido en las mañanas cuando su pareja lo besaba, no pudiendo contenerse mucho y haciéndolo suyo en la primera superficie plana que encontrara. Aunque a veces no hacía falta eso, Clark había desarrollado un gusto extraño por hacerle el amor a su novio mientras volaba, era una especie de demostración de su poder, algo como para que Stiles nunca pensase en que podía cambiarle. Era tonto, pues ambos ya sabían que eso nunca pasaría.

S de Stiles.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora