•Capítulo 4•

50 3 0
                                    

Capítulo 4: La fiesta.

Cuando llegamos a la fraternidad cojo mis bolsas de la compra y lo coloco todo en mis baldas correspondientes. Dejo mi bolsa con la ropa que me compré en mi cama, me siento en los asientos que tiene la cúpula de mi cuarto (mi sitio preferido sin lugar a duda), me lío un cigarro y abro la ventana para que mi cuarto no huela.

Llevaba varios días sin fumar, fumo muy poco, solo cuando me apetece, pero hoy es distinto, lo necesito. Llevo mucho tiempo sin ir a una fiesta, lo último que necesito es que encima sea en mi fraternidad y que me junte con una "chica mala", pero bueno es maja.

Hoy mi sexto sentido me dice que esto no va acabar como yo quiero, pero miremos lo desde un lado positivo.

Lo malo del tabaco de liar es que tarda en consumirse y eso da a que cuando estás solo pienses más de la cuenta, como me está pasando a mi.

Miro la hora en mi móvil y me indica que son las dos y media, así que bajo a hacerme la comida (una tortilla francesa ya que me da pereza cocinar) y me lo pongo en un sándwich con queso y jamón york.

Me la llevo en un plato al salón y me siento al lado de las demás.

–¿Qué os vais a poner hoy?–pregunto.

Al hacer la pregunta todas empiezan hablar sobre lo que se van a poner, todas más o menos lo mismo, intentado llamar la atención. Vestidas como sus mamás las tienen acostumbradas, con faldas o vestidos por la rodilla, cosas sin escote o pantalones simples (la gran mayoría así).

Me da pena pensar que no pueden elegir que ponerse , como si es enseñar un poco de culo porque tú quieras o llevar un top sin que pienses que eres una guarra.

Yo llevo ropa lo suficientemente larga solo para poder taparme los tatuajes pero todo lo corta posible, y los tatuajes no es que no me gusten, es que simplemente no me encuentro preparada para enseñarlos.

–Bueno chicas lo siento pero yo me subo a terminar de colocar mis cosas, nos vemos luego.– Las digo despidiéndome.

Cuando subo me dispongo a terminar de colocar un par de cosas que ayer no coloque.

Cuando termino me pongo los cascos para escuchar música, me tumbo en mi cama y me quedo dormida.

°°°

Me despierto sobresaltada ya que alguien ha llamado y entrado en mi cuarto. Miro la hora y veo que son las ocho de la tarde. Me pongo nerviosa y un poco enfadada porque me han levantado de la siesta.

Cuando veo quién es la miró mal.

–Perdón pensé que estabas despierta– Admite Hope riéndose.

–Si llamaras y esperaras a que te diera respuesta verías que no.

–Joder como te levantas.

–Pues como siempre que me duermo la siesta, por eso no lo suelo hacer muy a menudo– Contesto esta vez menos cabreada.

–Sólo venía a pedirte ayuda para que me des el tinte rojo ya que yo sola no puedo

–¿No hay más gente en la fraternidad que te pueda ayudar?

–Pues no, todas me caen mal y como lo haga Nadir me quedo calva– Dice riéndose.

–Y yo podría hacer lo mismo por despertarme.

–Si te he hecho un favor, si no te hubiera despertado no te hubieras presentado a la fiesta.

–Bueno da igual, empezemos con tu pelo– La digo entrando en el baño.

Cuando te veo. [Pausada]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora