Sección V: Espantapájaros.

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Mar de Japón, Isla de Argus, Terreno oeste, 25 de enero de 2034, 10:48am.

El viento es más tranquilo de usual, el pasto cerca del gran muro se mueve como si estuviese bailando un suave y dulce vals, las nubes se mueven como si huyeran de las desgracias del mundo. Esta zona es más silenciosa qué otras, el sonido más predominante aquí es el cantar de las aves y la sinfonía del viento, se siente como si este etéreo lugar hiciera qué las cosas fueran más ligeras. O tal vez no es el lugar, si no la situación.

Poco menos de dos minutos para empezar el plan, Matthew Shad, un chico con llamativos rizos y un rostro alargado, de complexión delgada y ojos rígidos era el elegido para hacer el primer movimiento. Su temple y disciplina eran conocidos incluso más que el mismo. Era el tipo confiable para ser líder de un gran grupo de personas.

Un suspiro salio de su sistema respiratorio, la calma pronto se iba a acabar, el momento antes de una larga tormenta, menos de un minuto para empezar, Matthew vió su reloj en la muñeca derecha, y en sintonia con este, empezó a contar.

- 10... 9... 8... 7... 6... 5... 4... 3... 2... 1... ¡10:50!

El último 'tick' del segundero del reloj se sintió en toda la isla, nuestras mentes ya tenían la hora exacta programada, todos los grupos encendieron su determinación.

- ¡Adelante! - exclamó Matthew.

Cinco alumnos se acercaron corriendo al muro, balanceando una cuerda cada uno, con unos ganchos en el extremo y lanzandola hacia el muro, el plan de Matthew no era destruir el muro, sino simplemente escalarlo.

Con una tremenda fuerza los ganchos de las cuerdas llegaron hasha la cima del muro de 50 metros de alto, ahí se fijaron con una rudeza palpable, los alumnos tiraron de la cuerda hacia abajo para verificar que estuviera bien colocada, tras confirmarlo, Matthew tomo una de las cinco cuerdas con las dos manos, acercándose al muro sabiendo que eso haría qué el Espantapájaros llegara a evitarlo. El pie derecho toco el muro. Eso fue más que suficiente.

Al otro extremo de la isla, en el puente qué conduce hacia Busan, un gran estruendo hizo vibrar la tierra, al mismo tiempo que una presencia infernal hacia qué nuestro cuerpo dejara de responder momentáneamente debido al miedo, el polvo se levantó después de una explosión en la puerta qué conduce al puente, el sonido de una armadura pesada se había presente con cada paso, tras unos momentos caminado, él se hizo visible.

Delante de la nube de polvo, el Espantapájaros había despertado. Una entidad vestida con cuero negro, tran duro a la vista qué incluso parecía metal, las decenas de cinturones también de cuero rodeaba su cuerpo desde su torso hasta sus pues cubiertos en botas negras, una capa rota, quemada y sucia cubría su espalda, una desgastada bufanda roja alrededor de su cuello era preludio para su rostro. De lo poco que se podía ver, parecía que su rostro había dejado de tener piel, la sangre parecía seguir corriendo al punto de hacer brillar un poco el rostro, lo que cubría su boca y nariz era un tapabocas negro con señales de quemaduras en el, su rostro era coronado por sus ojos, esos dos abismos rojos qué podrían matar solamente del miedo, tan brillantes como las flamas del infierno y los rojos atardeceres, su cabello parecía ser largo, mal cuidado y cubierto por un sombrero de bruja con una pinta notoriamente alta y un cinto en la base de este.

El Espantapájaros saco su espada de la funda en su espalda, esa espada parecía estar hecha de carbón, pues su color negro solo daba la impresión de malos presagios su anchura y el largo de esta eran de admirar, pues parecía no concordar con la guarda, una hecha de madera qué parecía estar incluso podrida.

El viento se hizo más frío de un segundo a otro, el Espantapájaros no perdió tiempo, su cuerpo se inclino levemente hacia adelante mientras su pie izquierdo se movía un paso al frente. Su pierna izquierda acepto el peso de su cuerpo, la pierna derecha quédo estirada.

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