Sección XIII: los Maestros

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En algún lugar de Estados Unidos.

Respirar aun era dificultoso para Matthew, las quemaduras eran significativas en todo su cuerpo, sus sentidos seguían realmente aturdidos tras la explosión qué los dejo a merced del profesor Frederick.

Eso fue lo primero que vino a su mente, debido al dolor extremo perdió el conocimiento y su mente dejo de funcionar
.
Con un gran trabajo abrió los ojos qué aun no se habían recuperado por completo, pues la borrosidad de su vista era indicio de lo mal que se encontraba. No solo eso, el tacto era difícil de sentir y el equilibrio le fallaba en gran medida.

Su vista apenas podía enfocar un techo desconocido, las paredes blancas y luces brillantes acompañaron el descubrimiento de una cama de hospital. Con lentitud, Matthew se sentó sobre ella y se quedó suspendido intentando procesar cualquier pensamiento qué pudiera cruzar por su mente.

Su respiración era lenta y tranquila, probablemente porque si se agitaba demasiado, en dolor lo haría desmallarse.

Suavemente levantó la vista para apreciar más del panorama, logrando divisar una pared extraña delante de él, una pared transparente y levemente brillante, como si fuera de cristal. El aspecto de esa pared lo hipnotizó, haciendo qué divagara en pensamientos cortos y sin sentido dentro de su cabeza, fluyendo, intentando conectar cualquier idea con otra para empezar a pensar con sentido.

No obstante, sus pensamientos fueron abruptamente detenidos por una voces que se escuchaban lejos, ahogadas, como si estuvieran detrás de unas paredes, mientras más intentaba concentrarse en ellas, más despierto se sentía, más despiertos se percibían sus sentidos y junto con ellos el dolor.

Las voces se hacían cada vez más claras, más cercanas y eran identificables detrás de la pared transparente del frente, la vista de Matthew se hizo más clara y logro divisar a los dueños de esas voces. Un guardia de seguridad militar con armas pesadas y protección vistosa, junto a él, un hombre alto, desalineado, pero vestido de traje sin corbata, con un aire casual y un cabello descuidado, su rostro cansado y áspero era inconfundible, tan inconfundible que en cuanto Matthew se dio cuenta de quien era, salió de la cama con un ímpetu implacable.
La cama se sacudió ante el brusco movimiento de Matthew, quien corrió con gran fuerza hacia la pared, hasta que sus manos chocaron contra ella provocando un estruendo alarmante, el guardia apuntó con su arma al paciente sin dudar.

El furioso rostro de Matthew era visible, la intensidad de su expresión de odio hacía que la atmósfera se sintiera pesada, el alarmado guardia hizo qué el otro hombre se pusiera detrás de él, aunque este no tuviera la más mínima reacción ante el corto suceso.

La ahogada y rasposa voz de Matthew salió como erupción de volcán, a pesar del fuerte agotamiento, el odio y la ira eran más grandes que el dolor corporal del paciente.

—¡Usted está detrás de todo esto!

La pesada y perforante mirada de Mathew era excesivamente intensa, realmente exigía una respuesta concisa de esa inconfundible figura vestida en traje, aunque tal respuesta no vendría pronto.
El guardia retiro su posición alerta para dirigir una pregunta a quien lo acompañaba.

—La descripción era “Un hombre de aproximadamente 1.75 metros de altura y una mujer de 1.65 metros en un barco” ¿Son ellos?

Matthew se estremeció al escuchar la descripción de la mujer, pues suponía a quien se referían. Contrario al hombre de traje, quien no mostró emoción alguna ante las palabras del guardia, pero aun respondió su pregunta.

—No, no son ellos aunque podrían servir para atraerlos, de cualquier manera, Frederick esta en eso. Las dos verdaderas llaves vendra-

La fría respuesta del hombre se vio interrumpida súbitamente por un golpe en el cuarto siguiente al de Matthew, un rugido rasposo acompaño el sonido. Matthew no pudo evitar voltear hacia el lado, aunque no pudo ver nada, supo perfectamente de quien era la agresiva voz.

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