Sección XIV: El Gran Escape

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Moscú, Rusia. 5 de febrero de 2034.

— Supongo que hablar no parece una opción. — El sudor producido de los nervios y una inestable sonrisa intentaban disimular lo amenazado qué me sentía.

Un intenso operativo militar era lo que nos estaba amenazando, el frio metal de las armas y los tanques era sensible a varios metros de nosotros, las fervientes miradas de los militares a través de los objetivos de sus armas registraban cada uno de nuestros más menores movimientos.

Al frente de tal imponente escuadrón, la figura inconfundible del Profesor Frederick, un hombre de mediana edad con un físico rígido y realmente trabajado, sus y cortos cabellos en su cabeza y rostro acentuaban su mirada filosa e intimidante, esos ojos negros qué parecían estar diseñados para nunca desviarse de su objetivo nos estaban presionando con gran ímpetu.

Frederick dio un paso hacia el frente, la presión de ese único paso nos hizo suponer de las intensiones de este operativo.

— Espero entiendan su situación actual. — Su profunda voz salió sin titubear, cruzando los brazos continuó —: Si hacen cualquier movimiento estúpido, quienes van a pagar son los niños allá adentró. — amenazó levantando su mirada hacia el avión.

Los menores de edad qué estaban al cuidado de Jess eran los más vulnerables, pues no recibieron el mismo entrenamiento qué los mayores, son inestables en cuando a la activación de habilidades e impredecibles en la toma de decisiones, Jess estaba ahí para controlarlos, no para dirigirlos en combate.

— Además, ya han perdido a bastantes en el otro barco. — Mientras su mirada se dirigía a nosotros, una leve sonrisa se mostraba en su rostro.

— ¿En el otro barco? — Mi voz se volvió frágil debido a la impresión, era obvio que se refería al barco qué Matthew había abordado.

— Eran alrededor de cien, ahora quedan cinco, talvez. Solo son números — Su rostro volvió a ser rígido y sin emoción, siempre había sido así, el nunca ha mostrado emoción en particular por aquello qué considere “simplemente trabajo”.

En ese momento mi mente se inundó con pensamientos reactivos, fue un solo momento en el cual deje de considerar qué si hacia un solo movimiento no solo me pondría en riesgo a mi, si no a los menores y a quienes estaban a mi lado.

— Considérenlo — propuso mientras abría sus brazos en señal de querer negociar. —: Si vienen sin resistirse, sabrán todo lo que quieran saber, tendrán refugio y no tendrán que huir más. Siendo sinceros, mi orden es llevarlos con vida, pero… podría permitirme arrancarles una o dos extremidades.

Su implacable actitud sanguinaria seguía intacta, siempre intentando ser eficiente y seguir las reglas, rigiéndose bajo los más exigentes credos de moral laboral.

— La diferencia es, que si vamos con usted, de cualquier manera vamos a morir. Pero si nos resistimos, tenemos una mínima posibilidad. — Me costaba trabajo contener las ganas de cortarlo a la mitad, después de todo, el no tiene habilidades como nosotros, simplemente es un militar enfermizamente entrenado. Mi ceño fruncido se fusionó con una sonrisa en donde los dientes sufrían tremenda presión. —: Además, ellos no eran números. ¡Eran vidas!.

Al sonido del mi grito, llevé mi mano derecha a mi cintura derecha, como si planeara desenvainar mi espada. La reacción de los militares fue impresionante, decenas de balas cruzaron mi pierna izquierda en orden de inmovilizar me, el dolor provocado por el impacto y el color fue enorme. Parecía ir enserio con lo de arrancarnos alguna extremidad.

El sonido de las balas chocando contra mi extremidad fue acompañado por la reacción de mis compañeros. En orden de cegar a los militares, Henry, quien formaba parte del grupo qué luchó contra el Espantapájaros, lanzó una carga eléctrica cegadora hacia los militares, quienes luchando contra la corriente en sus cuerpos dispararon una vez más, destrozando el brazo derecho de Henry, ese fue el precio de neutralizar a los soldados.

Emilia y Aimer entendieron perfectamente la intención de Henry. Aimer lanzó una fecha al suelo con intención de cegar aun más a los enemigos con el fuego de sus proyectiles. Emilia encendió rápidamente sus piernas en fuego y se impulsó hacia Frederick, tacleándolo sin piedad con intención de hacerlo caer.

La muralla demostró el por qué de su reputación. Frederick no cayó a pesar de haber sido atacado con el empuje de una camioneta familiar, únicamente retrocedió unos centímetros con los pies pegados al suelo. Emilia no pudo evitar la impresión, tras su golpe fallido, su instinto se activó indicándome alejarse de Frederick, pero este no la dejó ir, tomo con abruptamente con fuerza la espalda de Emilia para derribarla, Emilia incendió una vez más sus piernas para mantenerse en pie, el forcejeo de ambos asemejaba a una pelea de zumo.

Entre la confusión, Adisa, quien también ayudo a derrotar al Espantapájaros, se acerco rápida y sigilosamente al tanque más cercano, súbitamente aferró las palmas de sus manos al metal para intentar controlarlo con su habilidad.

— ¡FUEGO! — Gritó Frederick aun teniendo un forcejeo intenso con Emilia, donde ninguno de los dos solitaria al otro.
El tanque más cercano movió el tanque hacia donde Aimer y los demás estábamos.

Adisa concentró su mente al máximo, y extrayendo de si misma toda la energía necesaria para hacer que el cañón del tanque apuntara a otro tanque. El resto lo hizo el disparo ya ordenado.

Frederick, al concentrarse totalmente en derribar a Emilia, dejo una abertura qué Henry aprovechó con su brazo izquierdo, haciendo la función de una pistola eléctrica, intentando aturdir al enemigo.

Una vez más Frederick no cayó, por más tiempo que Henry descargara intensas ondas eléctricas sobre el, a pesar de que la expresión del profesor era de intenso dolor y lucha por no desmayarse, seguía intentando derribar a Emilia.

En la caótica escena, una Mariposa negra se posó sobre la cabeza de Frederick, era la habilidad de Ciara, que hacía un peso suficiente para detener un crucero en pleno movimiento, pero Frederick seguía negando se al suelo. A la lucha se unió Jung, su hielo llegó a los pies del profesor, para finalizar en sus brazos. Si Frederick no podía ser derrumbado, por lo menos debía soltar a Emilia.

La alumna atrapada por fin logro quitarse de encima al militar entrenado, aunque se necesito de fuego, huelo, gravedad y electricidad para lograrlo.

— Hacia la ciudad — Indique ahogada mente mientras intentaba reducir el dolor de las heridas de bala.

Emilia llego hasta mi para llevarme en su espalda mientras los demás corrían hacia la ciudad cercana.

Aimer pensó lo mismo que yo, probablemente habrían francotiradores en los edificios. La opción era obvia. Aimer apunto hacia el altura de los edificios, sin intención de acertar. El destello de una de sus flechas fue suficiente para convertir la media noche en medio día sin duda eso sería suficiente para cegar a cualquier persona en la cercanía.

— ¡Los niños! — Con un grito indicó Adisa, que debíamos volver por los que se quedaron dentro del avión.

— Tranquila, no van a disparar, ellos no tienen nuestra resistencia, si ellos recibieran el daño que Henry o yo recibimos, estarían muertos por desangramiento en unos minutos. Ellos no son tan tontos como para disparar. Además, oíste al profesor Frederick, nos quiere vivos. — Repliqué aun conteniendo el dolor.

— ¿Cuál es el plan? — Fue la pregunta de Henry, quien compartía mi dolor.

— Vayamos a la ciudad, vamos a tener que usar el plan de Dya. Usar a la gente de escudo, cuando ellos estén allá, regresaremos por los niños. — Dije mientras veía con dificultar las luces de la ciudad próxima.

— ¡Enserio creo que deberíamos volver por ellos! — Adisa bajó su velocidad para intentar ir por los niños.

— ¡No se detengan! — El impresionante grito de Ciara nos sorprendió a todos. Con una mirada suplicante. Continuó —: No podemos separarnos. Confíen en mi.

La carrera hacia la ciudad siguió su curso. Aunque no todos estaban convencidos de tal indicación.

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