nueve.

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09

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09.| SOLO PARA ESTAR SEGURA.

      Laurel no sabía qué esperar cuando salió de la ducha y rápidamente se colocó ropa seca. Su cabello rojo estaba pegado a su espalda antes que ella lo separara. Ella miró su espejo de cuerpo completo, observándose a sí misma. Laurel estaba vestida con una remera de cuello en v gris y un par de leggings negros. La humana inhaló profundamente antes de salir de su habitación e ingresar a la sala de estar.

      Pero Damon no estaba en ningún lugar. Ella miró alrededor hasta que escuchó el sonido de un vaso contra el mármol de la mesada. Laurel tragó con dificultad mientras lentamente se dirigía a la cocina, sus ojos viendo a través de la puerta para encontrar un vaso manchado con sangre. No tuvo que pensar mucho para comprender que Damon había ido a través de todas las bolsas de sangre que guardaban en su refrigerador, y ella estaba feliz que él no tomaría de ella.

      Laurel observó a Damon desde unos pies a distancia, observando cómo él se apoyaba sobre la mesada, con ambas manos apoyadas sobre ella. Su mandíbula estaba apretado y sus brillantes ojos azules estaban fijados en su horizonte. Ella no sabía qué estaba mirando, o si solo estaba atrapado en sus pensamientos. Pero ese no era el caso. Él estaba enfocado en algo que le molestaba. Ella podía ver lo tenso que se encontraba mientras se levantaba, y Laurel temió decirle algo. Él dijo que quería hablar con ella y, aún, aquí estaba él.

      Sin hacer ningún esfuerzo en hablarle.

      De repente, Laurel observó cómo Damon se giró y tomó el vaso, arrojándola contra la pared. Laurel saltó ante el impacto antes de volver a mirar a Damon. El vampiro mantuvo su mirada sobre la parte de la pared donde el vaso había aterrizado antes de encontrar la mirada de Laurel. Ella observó cada una de sus facciones suavizarse antes de que pasara su mano por entre su cabello.

      — ¿Alguna vez te conté que mi hermano no confía en mí para cuidarte?—, preguntó Damon y Laurel negó en respuesta —. Tiene sentido, ¿no? Stefan no cree que cambié. Sigo siendo el viejo Damon que prometió garantizarla una eternidad de miseria. No cree que puedo ser salvado.

      —Sí, lo cree—, respondió Laurel con una voz suave, sin moverse de su lugar.

      Damon la observó antes de que una baja carcajada escapara de sus labios. Laurel todo los ojos ligeramente, antes de cruzarse de brazos. Ella estaba haciéndose la dura, pero sabía que Damon podía ver a través de su acto. En realidad, este Damon era el Damon que la asustaba. El que no creía ser lo suficientemente bueno como para merecer cualquier forma de afecto. A Laurel no le gustaba cuando él se ponía así. Damon había estado enamorado de una mujer que lo manipuló a él y a su hermano, y probablemente eso había sido suficiente para alejar a Damon de las mujeres por un rato.

      Pero entonces estaba la teoría de Caroline. Él parecía siempre salvarla cuando ella más lo necesitaba. Damon siempre estaba allí para asegurarse que Laurel estaba bien, incluso durante ese pequeño periodo dónde ella tuvo esa extraña relación con Stefan. Él siempre estaba allí para ella, y Damon le había dicho que siempre lo estaría sin importar qué. Y Laurel le creía, pero no lo notó al principio. Solo lo entendió cuando Caroline se lo señaló.

      Laurel no quería vivir aterrada por lo que sentía por Damon. Tampoco podía mentirse a sí misma. Había creído que lo conocía. Pero habían ocasiones en las que Laurel no lo reconocía, y la asustaba. Damon era una persona compleja y, si él no quería que supieras algo, se aseguraba de que no lo descubrieras.

      —Entonces, ¿por qué Stefan cree que deberías volver a Mystic Falls?—, cuestionó Damon —. Porque no confía en mí con tu vida.

      —Bueno, yo lo hago—, replicó Laurel. Damon la observó, entrecerrando sus ojos por un rápido segundo antes de soltar un suspiro. Laurel cruzó la habitación y tomó a Damon por su muñeca ante de presionarla sobre la piel desnuda de su pecho. Damon la observó, sus ojos nunca abandonando los de ella —. Si no me crees, escucha mis látidos. Damon, confió en ti con mi vida. No confiaría en nadie más con mi vida. Nadie más sería capaz de mantenerme con vida por tanto tiempo como tú lo haz hecho.

      Damon mantuvo su mirada sobre ella antes de desviarla hacia su mano. Laurel, por otro lado, no desvió su mirada cuando los ojos azules de él volvieron a enfrentarla —. Eres temeraria. Eres estúpida. No tienes idea cómo mantenerte alejada de situaciones peligrosas. Tienes una actitud sarcástica, y no sabes reconocer que es una mala idea molestar a alguien que puede acabar con tu vida en un instante. Pero esa eres tú, Laurel. Pero es por esas cosas que prueban que eres una de las personas más fuertes que conozco. Has sufrido tanta pérdida, más que nadie. Haces esas cosas porque luchas por las personas que aún tienes--.

      —Y una de esas personas eres tú, Damon—, interrumpió Laurel. Ella notó que sus pupilas se dilataron un poco y ella le sonrió.

       Hubo silencio entre los dos mientras su mano seguía descansando sobre su pecho. Laurel arrojó su cabello lejos de su cuello mientras lo miraba, esperando a que Damon hiciera algo. Pero como era usual, Damon removió su mano de su pecho antes de dejarla caer a su lado. Laurel lo observó pasar caminando a su lado e ingresar a su habitación. La pelirroja soltó un suspiro mientras corría sus dedos por sobre su frente antes de caminar hacia la puerta.

      Saliendo del departamento, Laurel bajó al pasillo y bajó el par de escalones hasta encontrarse en el primer piso. No se molestó en mirar por sobre su hombro mientras sacaba el teléfono de su bolsillo, pero entonces escuchó un sonido familiar. Laurel escucho un sonido silbante, el sonido que ella solo escuchaba cuando un vampiro estaba involucrado. Girando, Laurel no pudo encontrar a nadie detrás de ella en el lobby del departamento.

      Alzando una ceja, Laurel solo se giró y salió del edificio. Llegó a la calle repleta de gente antes de comenzar a caminar en cualquier dirección. Todo lo que quería hacer era tener un poco de aire libre antes de volver al departamento. Ella sabía que probablemente no debería haber dicho nada a Damon en primer lugar, pero ella no pudo evitarlo. Era Damon.

      Otro sonido silbante causó que Laurel girara y una mano cubrió su boca. Laurel soltó un ruido ahogado mientras ella se enfrentaba cara a cara con una particular mujer de piel oliva y marrones ojos manipuladores. Laurel se encontró entrecerrando sus ojos y la vampira solo le sonrió.

      —Aw, Laurel, ¿nadie te dijo que fruncir el ceño causa arrugas?—, cuestionó el vampiro —. Pero la verdadera pregunta es: ¿quién es la pequeña Laurel Craven y por qué la dejaron desatendida?—, Laurel continuó mirándola mal antes que la mujer simplemente se encogiera de hombros —. Oh, bueno. No podrías ser tan importante para ellos si solo te dejaron así. Pero te tomaré por las dudas, solo para asegurarme.

Somebody Else: damon salvatoreDonde viven las historias. Descúbrelo ahora