A través de la ventana, vio la luna aparecer en medio del final del atardecer. El cielo se lucía despejado y coloreado de celeste suave mezclado con naranja. Mientras estaba perdido en sus pensamientos y observaba la luz de la luna, el tiempo pasó con lentitud. Al parecer, la luna sería llena esa noche.
Varios minutos después, salió de sus pensamientos martirizantes de su día a día. Aquellos pensamientos eran provocados por cierto hombre. Queriendo desviar sus pensamientos de él, se dirigió a la sala de estar y miró a su alrededor. Vivía en ese departamento lujoso, lleno de muebles elegantes y sencillos. El ambiente era acogedor y hogareño, pero de millonarios. Tenía todo, dinero y lujos. Era el mejor bailarín de danza contemporánea de Seúl, lo cual le beneficiaba mucho económicamente. Tenía todo lo ansiado por los demás tener, pero él ya no tenía felicidad completa desde hace varios meses.
¿Amor? Sí, lo tenía. Eso le hacía feliz, pero ese amor era producto de la pasión arrebatadora del romance clandestino a espaldas de su esposo. A causa del temor de enfrentar a su esposo por la culpa y el miedo devorándole las entrañas, sentía esa pesadez de tristeza todos los días.
Caminó hasta la mesa pequeña ubicada en medio de la sala. Observó los retratos de encima de la mesita. Alzó uno de los retratos. Aquella foto le mostraba a él vestido con su terno blanco, sonriendo en compañía de su esposo sonriéndole. Ambos tenían sus manos entrelazadas en esa imagen.
Esa fotografía era de su boda.
Estuvo mirando con nostalgia esa foto, pasando sus dedos por ella en caricias tortuosas y dulces. Sus pensamientos fueron interrumpidos tras el inesperado sonido del timbre. Cuando dejó la foto de vuelta en su lugar, atravesó la sala hasta llegar a la puerta. Observó a través de la mirilla esa cabellera castaña, esa mirada expresiva y seductora, esos labios suaves y delgados con su lunar debajo del inferior.
Era él, el culpable de sus pensamientos.
El nudo en su cuello le torturó, preparándose mentalmente. Agarró el pestillo de metal de la puerta para abrirla. Vio por completo el cuerpo del hombre, quien era más alto. Ambos se miraron fijamente en medio de la tensión punzante, incapaces de pronunciar palabra alguna. No sabían qué decir.
-Jimin, ¿me vas a dejar pasar? -preguntó el hombre frente a él.
Jimin sacudió su cabeza, tragando saliva. Asintió, retirándose para dejarle el pase libre a su departamento. Vio la bolsa de papel madera en la mano derecha de su visitante. Cuando el castaño estuvo dentro, Jimin cerró la puerta. El ambiente era tenso para él, sintiendo el silencio reinando en la sala.
-Jungkook -lo llamó con nerviosismo en su pronunciación. Jungkook se giró a verlo con curiosidad-, Taehyung volverá mañana -le avisó con la voz temblorosa.
Jungkook abrió sus ojos exageradamente, sorprendido y enfadado.
-¿Por qué no me avisaste? -le reprochó, dejando la bolsa en la mesa que se encontraba a su lado.
-Me avisó hace pocos minutos, antes de tu llegada -se defendió Jimin.
Jungkook no dijo nada durante diez segundos.
-¿Hasta cuándo vamos a seguir así, Jimin? -esas palabras sonaron más a reproche que a pregunta-. Tú no amas a Taehyung -dio unos pasos más cerca de Jimin-. Tú me amas a mí.
Ante esas palabras seguras y llenas de razón, Jimin no supo responder, Jungkook era directo la mayoría de las veces. Ese hombre era su pasión. Era el causante de ya no querer llevar el anillo de alianza en su dedo. Era el causante de su pérdida de cordura. Era toda la representación de esa pasión ilícita, pero también era todo lo que él deseaba. Amor. Amor que ya no sentía por su esposo, sino por Jungkook.
ESTÁS LEYENDO
Cianuro Y Miel || KookMin [One Shot]
Fanfiction"Tu lengua rima con mi boca Somos poesía erótica Tu mirada es hipnótica Se mezcla en tu sudor cianuro y miel Voy de paso sobre tu piel Llega antes que llegue él" Cianuro Y Miel - Camila Donde Jimin y Jungkook se aman, pero ese amor es producto de un...