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Las horas pasaban lentas. El paso del tiempo le generaba una horrible ansiedad en su interior, no saber en qué hora se encontraba, ni saber si había luz solar o lunar. No había una sola ventana en aquella habitación, pero podía escuchar ruidos al otro lado de la puerta. A veces eran gritos, otras veces llantos,o simplemente pasos silenciosos. 

En ocasiones, Rogue creía que se volvería loco. Estar encerrado de esa manera era completamente diferente a los encierros obligados que habían llevado a cabo cuando trataban de huir de los muertos. En esas ocasiones  tenía al menos ventanas para dejar pasar el aire, tenía libertad de movimiento y, lo más importante, tenía a Sting. Sting era capaz de hacer que aquellas situaciones desagradables, que el miedo que le recorría cuando se asomaba a la ventana y tenía la tentación de lanzarse, cambiasen. Le permitía calmarse, sentir calidez. Ahora no podía saber si seguía vivo. 

Se incorporó del suelo, la espalda le dolía debido a la posición, pero era lo que menos le importaba en aquel momento. No sabía exactamente el tiempo que llevaba ahí metido, ni siquiera el tiempo que había aguantado tumbado en el suelo. Era una sala diferente a la que estuvo cuando había despertado por primera vez, esta tenía un colchón mohoso en el suelo, la luz colgaba del techo en una bombilla que en cualquier momento podría fundirse. Caminó por la habitación, soltó un gruñido y golpeó la pared con fuerza, haciéndose daño en los nudillos en consecuencia. No había visto a nadie en días, aunque no estaba seguro de si habían pasado días, horas o semanas.

Pensaba en su hermano, en su extraña forma de actuar; también en Sting y en la posibilidad de que hubiera muerto desangrado a pesar de que Gray le había prometido, de forma silenciosa, salvarle. Su mente no hacía más que dar vueltas, su cuerpo se sentía exhausto; lo único que quería era gritar y llorar debido a la desesperación de estar ahí encerrado. Sin embargo, se resistió, no queriendo darle a aquellas personas el placer de ganar a su mente; aunque no sabía cuánto tardaría en volverse loco.

Se deslizó en la pared, clavando su mirada en algún punto perdido del cuarto con el ceño fruncido. Se lo repitió mil veces en su mente, que saldría de allí con su hermano, ambos vivos, y regresaría con Sting antes de abandonar a esa gente que tantos problemas les había traído. Se lo repitió tantas veces que todo dejó de tener sentido. Su mano agarró con fuerza el colgante en su cuello, el nombre del rubio apenas visible con la escasa luz de la habitación.

Cayó la noche, aunque Rogue no lo sabía; sus ojos se mantuvieron abiertos y atentos a cualquier sonido cercano. Pasos se arrastraron, súplicas de alguien a quien seguramente nunca conocería; volvió el silencio. Su respiración era monótona, casi parecía que estaba muerto clavado en esa pared. Levantó la cabeza, frunció el ceño y se incorporó con lentitud, algo de temor, cuando los pasos se detuvieron frente a su puerta. 

La puerta se abrió.

....

—Es una locura—habló Lucy, aunque sabía que no detendría a Sting mientras recogía, o más bien robaba, una mochila con provisiones y armas—. Van a matarte.

—Si tengo que morir, pues que así sea; no pienso quedarme aquí quieto mientras Rogue podría...—Sting no terminó la frase, temor ante las palabras que podrían ser ciertas. Apenas había pasado una semana, él había estado durmiendo gran parte del tiempo. Se sentía culpable y egoísta; él dormía y se recuperaba mientras Rogue estaba perdido. Le había prometido que estaría con él, hasta el final. Si ese final era morir, lo aceptaría.

—Si esperas a mañana, hablaré con Erza. Más de una persona aquí buscar venganza de Phantom Lord, ¿sabes?—Sting miró a Lucy, curioso por aquella nueva información. Lucy vio una oportunidad, por lo que continuó hablando—. Muchos han perdido seres queridos a manos de esa gente, o han sufrido torturas por su parte; ¿crees que ellos no quieren vengarse de lo que lleva años sucediendo? Aquí solo queremos vivir en paz, ellos son el único obstáculo.—Lucy no desvió su mirada de la de Sting, el rubio fue quien la desvió, pensativo.

Incluso al final [Stingue]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora