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Ese sería el primer día que saldrían al exterior después de casi un mes en aquel lugar. Habían estado entrenando, les habían asignados sus puestos y ayudado a mejorar en sus puntos tanto fuertes como en los más débiles. Rogue se había negado a contar su pequeño problema, a pesar de que Sting le había insistido en que debía hacerlo. No quería que lo rechazaran por un problema respiratorio y dejar solo a Sting en el exterior, prefería arriesgarse a quedarse sin oxígeno o tener un ataque por sobreesforzarse que arriesgarse a que Sting falleciera. Sting le regañaba por ello, pero en el fondo también estaba feliz de tener a Rogue a su lado.

—¿Llevas suficientes inhibidores?—Le preguntó Sting en un susurro mientras preparaba una mochila con los utensilios que le habían indicado sus superiores. Rogue lo miró de reojo imitando la acción de Sting.

—Lo tengo todo controlado—habló en un tono igual de bajo desviando su mirada otra vez al material, queriendo evitar decirle que se había quedado casi sin aquellos objetos debido a las fuertes sesiones de entrenamiento a las que se habían enfrentado. Frunció el ceño levemente cuando observó los únicos tres que le quedaban en el fondo de su mochila.

—Me colé en el almacén con Yukino, había un par y los robé.—RSting depositó estos con algo de disimulo en la mochila contraria, Rogue pestañeó un par de veces antes de mirarba Sting con algo de indignación, no por haber robado los inhibidores precisamente—. Corrijo la frase, me colé en el almacén aprovechándome de Yukino—sonrió Sting, aun sin poder superar la gracia que le provocaban los celos de Rogue. Rogue rodó los ojos, cerró la mochila y sonrió.

—Gracias—respondió, Sting le dio un rápido beso sabiendo que en lo que quedaba de día no tendría otra oportunidad.

Salieron del pequeño almacén para seguir al resto de compañeros que ya se encontraban fuera cargando una furgoneta, Sting echó en la parte trasera su bolsa y se subió, Rogue lo imitó llevando algo más de cuidado con el arma. Habían un par de compañeros ya sentados en aquel transporte, Rogue los reconoció de los días que habían tenido que entrenar junto a ellos. Cuando vio a Gray no dudó en acercarse a saludarle, sentándose cerca del hombre para iniciar una conversación. La primera vez que volvió a verlo no lo reconoció, seguramente debido a que se encontraba limpio y con un aspecto mucho más sano que el de aquel chico que habían ayudado en el bosque. Fue Sting el que le indicó quién era y el que casi le obligó a acercarse para hablar con él. Habían hecho buenas migas, seguramente era la única persona en todo el lugar con la que Rogue hablaba aparte de Sting. También había conocido a Lucy, pero le recordaba tanto a Yukino que no había conseguido entablar una verdadera amistad con la chica.

Sting se movió a su lado, Rogue decidió ignorar el comportamiento de cachorro que el rubio adoptaba de vez en cuando. Sting se unió a la conversación, siendo esta demasiado agradable y divertida para el lugar a donde se dirigían. Cuando la furgoneta se movió se hizo un silencio, Sting separó la vista de sus compañeros y miró al frente de la furgoneta, sintió su corazón acelerarse cuando abrieron el portón para permitirles salir. Seguido a aquello miró a Rogue y sonrió, no queriendo demostrar el terror que le provocaba regresar fuera para que el otro no se pusiera nervioso. Apoyó su mano sobre la de Rogue, que se encontraba apoyada en el suelo de la furgoneta.

—Es algo emocionante regresar, ¿no crees?—habló Sting con una pequeña sonrisa asomando en sus labios.

—No realmente—contestó Rogue sin apartar su mano y con la tentación de dejarse caer sobre el hombro de Sting—. Creo que preferiría quedarme aquí dentro—murmuró en un suspiro, Sting eliminó su sonrisa sin despegar la vista del rostro contrario.

—Vamos a estar bien, tu lo dijiste—respondió, no se le ocurría otra cosa para animar a su novio.

—Sé que lo dije—habló Rogue, su mirada dirigiéndose al azul—, pero eso no significa que sea cierto.—Al contrario de lo que sugería la frase, Rogue sonrió apretando la mano del rubio en el proceso—. Lo que quise decir con aquellas palabras fue, más que una promesa sin fondo, que lucharé para que estemos bien los dos.—Sting sonrió tras aquellas palabras, acarició la mano de Rogue con el dedo pulgar.

Incluso al final [Stingue]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora