Felicidad

949 108 6
                                    

Ranma ½ y todas sus situaciones y personajes son propiedad de Rumiko Takahashi.

.

-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-

Felicidad

-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-

.

.

Ocurrió de pronto. Un momento Akane estaba cortando las verduras para preparar la cena como siempre y al siguiente estaba perdida completamente en sus pensamientos, y es que esa idea había venido a atormentarla. De pronto se encontró recordando la época en que tenía dieciséis años y había conocido a su esposo.

Recordó la lluvia y a la pelirroja con la que practicó alegremente en el dojo, recordó la escena en el baño de su casa. Recordó las lágrimas del tío Genma cuando relató la historia de su desgracia; recordó el gesto hosco de Ranma al ser revelada su maldición, y recordó las manos de su hermana Kasumi empujándola gentilmente para que fuera elegida como «la prometida».

¿Y si no hubiera sido así? ¿Si ella no hubiera sido la elegida? ¿Qué tal si Nabiki o Kasumi se ofrecían en su lugar? ¿O qué tal si su padre cancelaba el compromiso al saber que el futuro novio era mujer la mitad del tiempo? ¡O peor aún! ¿Qué tal si su padre y el tío Genma nunca hubieran sido amigos y no había acuerdo, entonces ella nunca conocía a Ranma?

¿Cómo hubiera sido su vida si no conocía a Ranma, si no se enamoraba, si no se casaba con él? ¿Y si no...? Con un gesto preocupado, Akane acarició con lentitud su vientre, donde crecía su hijo.

Últimamente la asaltaba ese miedo terrible de perderlo todo, a él y la vida que había logrado tener. Entonces, aunque discutieran por algo, se sentía muy afortunada, porque tenía a alguien con quien pelear para luego reconciliarse; también tenía alguien a quién besar por las mañanas, y abrazar por las noches cuando hacía frío. Tenía alguien con quien compartir todo.

Por eso a veces el miedo a perderlo era tan grande, el miedo de pensar que algo hubiera sido distinto en el pasado y jamás haberlo conocido.

—¡Estoy en casa! —anunció Ranma desde la puerta.

Akane se apresuró a limpiarse las lágrimas de los ojos y disimular, pero no pudo evitar apretarlo en un abrazo cuando él entró a la cocina con las bolsas de la compra. Se quedó un instante cobijada en su calor escuchando cómo latía el corazón de aquel hombre. Luego se apartó.

—Bienvenido —lo saludó.

—¿Estás bien?

—Sí —asintió ella muy segura.

—Ah —replicó Ranma, pero afiló un poco la mirada y la observó más atentamente. La conocía como nadie, pero también sabía que últimamente sus emociones eran más volubles, así que solo se abocaba a intentar hacerla sonreír.

—Por cierto —agregó después en tono relajado levantando una de las bolsas—, traje helado. Le guiñó un ojo y se volteó para guardarlo en el refrigerador.

Akane sonrió ampliamente. Él sabía siempre cómo hacerla feliz.

.

.

-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-

¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.

-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-∙:∙-

.

AzúcarDonde viven las historias. Descúbrelo ahora