Prólogo

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Distrito Federal, México.
—Avisa a todos que se pierdan en los bosques, no vuelvan a la casa hasta que les avisemos —dijo la mujer a una de sus compañeras, se mantenía firme pero por dentro estaba aterrada. La adulta frente a ella asintió— También necesito a los chicos, Briseida, Joel, Phillip, Virginia, y Saúl. Te lo pido Yareni.
Yareni comenzó a pronunciar algunas palabras en una lengua que seguramente se perdió entre las generaciones, resaltaba con señas en sus manos, y un resplandor poco notorio dibujaba símbolos de sangre en su piel. Los jóvenes que habían llamado aparecieron entre el bosque, provenientes del bosque.
—Necesitamos alejarlos de la casa, y que olviden todo lo que saben, Virginia ¿traes tu escoba? —preguntó la mujer a cargo.
—No, lo siento Tania, pero Phillip la usó de antorcha para alejar a los perros que querían atacar a Saúl y Joel —respondió apresurada y algo molesta, reprochando a Phillip por lo que hizo.
—Arranquen la rama de un árbol y hagan una —Tania respondió firme.
—Tía, las escobas deben ser de madera tallada —interrumpió Joel.
—¡Tú y Saúl tienen dientes! Ahora, mordisqueen una rama, será lo suficiente por ahora. Briseida, entra al estanque, y a hombre desconocido que veas acercarse sabes qué hacer con él. Enciendan un fuego, dejen alguna señal—.
Todos obedecieron y encendieron el fuego; Saúl e Joel arrancaron una rama algo grande y comenzaron a rasguñarla ya que se reusaban a meterla en su boca; Briseida se deshizo de su ropa dejando solo su ropa interior, corrió al estanque más cercano y se zambulló en el dejando ver sus escamas y una larga cola en color rojo.
—Ya está —dijo Saúl entregando la rama tallada de forma medianamente estética con ramas secas atadas al final.
—Necesito un ave —dijo Virginia.
Joel, miró hacia arriba en todas las direcciones.
—Allá —Saúl señaló a una rama un poco lejana que contenía un nido.
Joel escaló y trajo consigo un ave, esta se mostraba inquieta y por instinto a la defensiva. Virginia solo dijo "sabes que sigue" con una cara de mortificación, Saúl sin ganas y muy arrepentido de lo que estaba por hacer tomó el ave y cruzó el pecho del pobre espécimen con su garra, lo entregó a Virginia. Ella bañó la ahora escoba con la sangre del ave, a nadie le gustaba lo que hacían con la pobre avecilla. Virginia dejó al ave sobre una piedra, Phillip pronunció el mismo lenguaje que usó Yareni, un conjuro y el ave estaba curada, el pobre animal no dudó en salir despavorido.
—Virginia subió a la escoba y flotó algunos centímetros— funciona, vámonos.
El grupo comenzó a avanzar hacia la casa, Virginia y Joel volaban, Yareni compartía la escoba con Virginia, y Phillip era cargado por Joel; mientras Tania iba en el lomo de su hijo, quien corría a toda velocidad.

Al llegar a la casa no irrumpieron, armaron un plan, Tania despidió a su hijo y bendijo a todos; ellos entraron pero Tania permaneció fuera revisando las cámaras desde su teléfono. Los intrusos seguían dentro, pero se habían dividido para buscar a los que escaparon. Armados con chalecos y pistolas perimetraban la casa.

Saúl se plantó en la puerta trasera, algunos de los sicarios lo descubrieron y no dudaron en sacar sus armas, Saúl tomó la mesa de Hierro forjado y se protegió de las balas, siguió avanzando hasta arrebatar las armas a sus agresores; comenzó a golpearlos ya fuera con la mesa, el suelo, o las extremidades de su cuerpo; los 5 contrincantes quedaron inconscientes.

Por la puerta trasera entraron 4, Joel no tardó en deshacerse de ellos lanzando el sillón, Phillip lo maldijo para que esta pesara tanto a las manos humanas.

Por el jardín delantero más sicarios se habían dado cuenta y no dudaron en entrar, pero fueron detenidos por Yareni, quien con una simple maldición los detuvo "sufrirán quemaduras graves al tocar cualquier arma, y su garganta se cerrará cuando intenten agredir". Esto se cumplió, ambos soltaron sus armas mientras su necedad los obligaba a dejar de respirar, el oxígeno escaseó y cayeron inconscientes.

—Saúl, hay tres en el cuarto de lavado, corran, podrían descubrir la bóveda —Tania avisó por el teléfono con voz preocupada.

Saúl y los demás obedecieron, Phillip esperó en la escalera del sótano junto con Yareni, Saúl y Joel iban al frente, detrás de ellos estaba Virginia.

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