Capitulo 2: Desenmascarado

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Sábado por la noche, todos estaban en casa, nadie armó un plan. Mauricio estaba en su cuarto, se armaba de valor, Mauricio tiende a ser muy asustadizo y ansioso, por lo que una prevención no estaba de más. "Si no vuelvo culpo a Saúl", pegó una papeleta en el cajón de su escritorio. No estaba listo, pero era hora, salió del cuarto y tocó la puerta de Saúl.

—Adelante —dijo frente a la computadora.

—Mauricio abrió la puerta— hola.

—¿Qué pasa? —preguntó en tono neutral.

—Es lo que quiero saber yo —dijo algo firme pero aún inseguro.

—¿Qué quieres saber? —se giró hacia Mauricio.

—Todo —respondió haciéndose el valiente.

Saúl se puso de pie y se colocó con los brazos cruzados frente a Mauricio, ambos se miraron a los ojos, Mauricio se mostró firme y frunció el ceño, Saúl igual, solo que inclinaba su cabeza para verlo.

—Ok, hablemos —Saúl se separó y fue a calzarse sus tenis.

Saúl se puso de pie y bajó las escaleras, Mauricio miraba desde arriba, Saúl le hizo una seña, él bajó conteniendo sus escalofríos y ambos tomaron la calle. Comenzaron a caminar sin rumbo, los primeros 10 minutos fueron un silencio total.

—¿Qué querías saber? —preguntó seco.

—¿Quién eres? —preguntó.

—Saúl Alva, 21 años ¿y tu? —respondió.

—Mauricio Bueno, tengo 16 —dijo sin mirarlo.

—Ok Mauricio ¿y por qué estás tan interesado en saber quién soy? —preguntó con voz gutural.

Mauricio se mantuvo en silencio, una parte quería soltar lo que sabía, pero básicamente no ha obtenido nada de información.

Cuando Mauricio dejó de dar respuesta Saúl comenzó a hacer su idea, seguían caminando, casi sin notarlo Saúl se sintió en un barrio que no conocía, pero Mauricio sabía de ese lugar, La México, una de las colonias más peligrosas de Obregón. Mauricio se percató de ello por la poca iluminación y las calles estrechas.

—Solo perdimos el tiempo —dijo Mauricio.

—¿Crees? —respondió irónico.

Ambos dieron media vuelta con las verdades en la garganta, aunque por la calle casi desierta y poco iluminada se vislumbraron siluetas, 7 siluetas de lo que parecían pandilleros o cholos, Saúl y Mauricio no pensaron, Saúl tomó la mano de Mauricio y se echó a correr. Corría veloz y decidido, inclinado hacia delante con el ceño fruncido; Mauricio seguía un patrón donde daba saltos para alcanzarlo, nunca separaron sus manos.

—Esa es la casa de un amigo —dijo Mauricio ambos se refugiaron en el porche— ¡Cesar! ¡Cesar!—Mauricio tocaba la puerta desesperado.

—¡Qué se chingue! —dijo Saúl cuando vio a los cholos acercase cada vez más.

La carrera continuó, pero todo se derrumbó en el momento que llegaron a un boulevard, un lugar lleno de árboles y oscuro, ahí podrían encontrar de todo, desde fumadores de hierba hasta un cuerpo. Saúl estaba en su elemento, vio un camino para tomar pero los lugareños tienen ventaja, mientras continuaban la huida los pandilleros usaron un bate y lo hicieron tropezarse. Saúl cayó y Mauricio junto a él.

Mauricio intentaba alejarse, una vez que lo bolsearon y vieron que no traía nada consigo lo arrojaron a un lado. Saúl seguía siendo rodeado por los 7 cholos, ellos intentaban enterrar sus manos en él, pero sabía como defenderse, detenía esas manos maltratadas antes de que siquiera lo tocaran.

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