Prólogo

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El fuego y la oscuridad se fundían en una constante e interminable danza. Los pocos curiosos que había en aquella isla, se habían alejado lo suficiente como para percibir apenas unas leves sombras que chocaban la una contra la otra, sin ser conscientes realmente de cuál de las dos iba tomando, poco a poco, ventaja.

Con aquel último golpe, cayó de rodillas al suelo, jadeando y escupiendo sangre. Se limpió los restos del rojizo líquido que aún humedecía sus labios con el dorso de la mano y observó al hombre que se alzaba frente a él. Aunque se le notaba cansado por la pelea, su expresión era de absoluta confianza, consciente de que ya había vencido.

- Puede que ganes hoy, pero nunca saldrás vivo del problema en el que te has metido, Teach - escupió con odio al orondo hombre que le miraba jadeando, pero divertido, como si todo aquello solo fuera un simple juego y no una pelea a muerte.

- Tal vez tengas razón, pero tú ya no estarás aquí para verlo, comandante.

Con una estruendosa y odiosa risa, se lanzó de nuevo a por el chico, que, debido al sobreesfuerzo, fue incapaz de esquivar el golpe, cayendo al suelo, inmóvil.

Inerte.

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