Aprendiendo algo nuevo

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El sábado despertó bastante tarde, cerca de las doce del mediodía, pero sentía que había dormido mejor que nunca. Se desperezó e, inconscientemente, buscó a alguien más en aquella habitación con ella. Hizo un pequeño puchero al ver que estaba sola, pero se recompuso rápido, después de todo, era lo que ella le había dicho que quería, la noche anterior.

Por la hora que era, el desayuno estaba totalmente descartado, pero sí iba a almorzar algo, un sándwich de pavo o algo ligero, mientras planeaba mentalmente su día. Después de hacer la cama y recoger el cuarto, se dirigió a la cocina y abrió la nevera, buscando algo que meter entre el pan.

Sintió frío y se quedó mirando a la ventana de la cocina con una ceja alzada. Estaba abierta y ella no la había dejado así. Empezaba a estar harta del frío y de las ventanas abiertas. Rodó los ojos, suspiró con fuerza y quiso asesinar a alguien. A alguien muy concreto. Cerró la puerta de la nevera con más fuerza de la necesaria y se giró, mirando a la nada.

- Como ladrón serías todo un desastre, ¿sabes? – pero no obtuvo respuesta. Se apoyó en la encimera con los brazos cruzados y, entonces, se dio cuenta de que había otra cosa más ahí, algo que no debería de estar. Algo que no estaba la noche anterior.

Se quedó de piedra, con la boca abierta mirando la mesa de su cocina. Su cafetera estaba ahí, en medio. Estaba abierta y había un ramo de flores dentro.

El ramo estaba bastante maltrecho, algunas flores estaban casi totalmente destrozadas y, por algunas partes se notaba suciedad, como si hubiera sido arrastrado por el suelo. Anne supo, de alguna manera, que así había sido, efectivamente.

Tomó el ramo en las manos y acercó la nariz, aspirando su aroma con suavidad. A pesar del aspecto del ramo, aún conservaban el olor. Sonrió inconscientemente.

- Me costó mucho hacerlo llegar hasta aquí – dijo una voz, que no lograba ubicar en ningún sitio concreto de la cocina. Se sobresaltó levemente al oírlo – Lo lamento si... no es tan bonito como debería.

Bajó el ramo y suspiró, con expresión triste. Giró sobre sí misma, buscándole, pero no pudo verle.

- Ace... no era necesario esto...

- ¿No te ha gustado? – dijo la voz, se notaba que estaba ansiosa y algo decepcionada.

- No es eso... el ramo es muy hermoso, de verdad. Es solo que... no tenías que haberlo hecho. Sé que te ha costado mucho esfuerzo.

- Pero ayer... estabas asustada y enfadada y yo pensé...

- Lo sigo estando, Ace. Enfadada no, pero sí asustada. Todo esto es... muy difícil de gestionar para mí.

- Yo nunca haría nada que pudiera herirte... - susurró apareciendo a su espalda. Estuvo tentando de poner sus manos sobre los hombros de la chica, pero se contuvo – Ni a ti, ni a nadie que te importe. No puedo y no quiero, solo lo dije porque... bueno, porque me sentí acorralado y... Yo también estoy asustado, esto es tan complicado para mí como para ti...

- No es lo mismo, Ace... - dijo girándose y mirándole a los ojos. Se sintió culpable cuando vio la expresión del chico, así que volvió a bajar la cabeza cuando Ace comenzó a hablar.

- Claro que no. Si yo desaparezco algún día, tú seguirás con tu vida. Tienes amigos, familia, cosas que hacer, sueños que cumplir y un montón de cosas más... Pero, si tú desaparecieras de mi vida, yo... Yo ya no tendría nada. Estaría completamente solo y... No sabes lo doloroso que es estar solo.

Anne dejó escapar el aire de sus pulmones y alzó la vista, mirándole de nuevo. Quizá era cierto. Quizá ella no lograba entender lo terriblemente solo que él podría llegar a sentirse.

Ever DreamDonde viven las historias. Descúbrelo ahora