Parte 3 "La Felicidad De Estar Con Él"

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Narra Edward.

Después de unas cuantas horas durmiendo, me levante, mire a mi alrededor y estaba un atardecer increíble. Podía visualizar el sol metiéndose por las montañas mientras reflejaba una luz naranjosa que iluminaba todo el pueblo. Era fantástico.

— ¿Hermano? —escuche la voz de Al entrar a mi habitación. —  ¿como te sientes?

— Al... Tranquilo, estoy bien. —sonreí mientras me colocaba mi abrigo y los guantes. — ¿y tu?

— Bueno, yo no tengo mucho que decir. Jaja —rio nervioso mientras colocaba su mano detrás de su cabeza. —

— está bien, hoy iré con el coronel Mustang a una investigación. Saldré en unas cuantas horas. —dije mirando el reloj mientras me hacía mi trenza. — tengo que ir con él.

— Hermano... He estado pensando lo que esta sucediendo con el coronel... ¿No crees que es tiempo de decirle?

Había olvidado que... Al sabe sobre mis sentimientos hacia el coronel Mustang, él me entiende pero... Tampoco quiere dañarme.

— Al... El coronel pronto se casara. Ya no hay oportunidad.

— ¿¡QUÉ!? —dijo sorprendido mientras sus manos grandes y metálicas sostenían mis antebrazos con fuerza. — Ed, hermano, dile lo que sientes ahora, tal vez él pueda recapacitar.

— ¡AL ENTIENDE, ÉL ESTÁ ENAMORADO DE OTRA! —grite con un nudo en la garganta. — Él... Ya no siente nada por mi... Siempre me concidero un niño y eso es lo que soy, soy solamente su perro del ejército... Nada mas eso.

— Hermano...

— Dejalo así Al, tengo que irme... —mis lágrimas comenzaron a brotar sin darme cuenta, mi corazón estaba acelerado y mis manos temblorosas. — Gracias por... Tratar de entender.

— Espera hermano... Aun no es tarde. —dijo mientras veía como yo salía de la habitación. —

— para mí ya es demasiado tarde. —dije para luego dejarlo, caminando a mi perdición y mi sufrimiento. —

Durante el camino hacia la oficina de Roy, mire a todo el personal de ahí, el cual me miraba con unos ojos de despreció y algunos de preocupación... Tal vez solo era mi imaginación, solo mi mente esta haciendo que todo caiga sobre mi.

Al llegar a la habitación donde estaba Roy, lo mire abrazado de la teniente Riza ambos mirando el atardecer, ellos sinceramente se veían muy bien juntos... Y es como se debe quedar.

Roy no me ama.

Nunca me amara.

— Buenas tardes teniente y coronel. —dije entrando, interrumpiendo aquel momento romántico para ellos. —

— Enano, que bueno que llegaste. Ayúdame a ordenar unos cuantos papeles para ya irnos, nuestro tren saldra pronto. —dijo el azabache con una voz tan gruesa y dulce que podía derretir mi corazón de acero. —

— Claro coronel. —sin ánimos e inundado de celos, ayude a acomodar algunos de los papeles que yacían sobre el escritorio. —

— cielo, iré con los demás, hoy me toca hacer una revisión nocturna con unos cuantos compañeros. Nos vemos en dos días. —dijo con una sonrisa y sus ojos tan centrados en él mientras acariciaba su pecho —

Sueltalo idiota.

Roy es mío.

Por favor, Sueltalo.

Mi mente llena de preguntas, de incógnitas, de frustración. Era horrible no poder defender mis sentimientos pues ya sabía que a él le gustaba que Riza lo tratase hací.

— Bueno nos vemos coronel. —dijo ella mirándome con ojos matadores y "accidentalmente" empujarme. — Nos vemos Alquimista de Acero.

— Edward, ¿que tienes?, ¿porque lloras?

Su voz quemaba mis oídos, mi corazón latía con fuerza, mis fuerzas se debilitaban.

Deja de hablarme así.

Deja de preocuparme.

Me quema.

— Roy...yo...

Edward... Piénsalo bien.

Hermano aun no es tarde.

yo... Te...

Él está enamorado de otra.

— Edward... ¿Necesitas algo?

Basta Roy... Me estas matando.

Aun no es tarde...

Si... Si es muy tarde.

Mi AlquimistaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora