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¿Qué pensarán los demás?
ncontrar tu Elemento puede ser un desafío en muchos planos, algunos de los cuales ya hemos
abordado. A veces el desafío está en el interior de uno mismo, en la falta de confianza o el miedo al
fracaso. A veces la verdadera barrera la forman las personas cercanas a ti y la imagen y las
expectativas que tienen de ti. Otras veces los obstáculos no son las personas que conoces sino la
cultura general que te rodea.
Las barreras para encontrar el Elemento son como tres «círculos de restricción» concéntricos. Estos
círculos son personales, sociales y culturales.
Esta vez es personal
Dada la forma en que ha resuelto su vida, es curioso que varios de los profesores y compañeros de
clase de Chuck Close le considerasen un vago cuando era pequeño. Los chicos lo pensaban porque
Chuck tenía problemas físicos que le hacían difícil la práctica de los deportes e incluso los juegos más
elementales en el patio del recreo. Es probable que los profesores lo pensasen porque sus exámenes
eran muy flojos, pocas veces los terminaba y parecía un gandul. Más tarde resultó que era disléxico,
pero cuando Chuck era joven todavía no se había diagnosticado esta enfermedad. A muchas personas
les parecía que Chuck Close no se esforzaba demasiado por lograr hacer algo con su vida, y la mayoría
creía que no llegaría muy lejos.
Por si sus problemas de aprendizaje y sus dolencias físicas fueran pocos, Close tuvo que hacer
frente a una situación trágica por la que ningún joven debería pasar. Su padre, que regularmente hacía
cambiar de lugar de residencia a la familia, murió cuando Chuck tenía once años. Por aquel tiempo, su
madre, concertista de piano, tuvo un cáncer de mama y los Close perdieron su casa para poder pagar
las facturas médicas. Incluso su abuela cayó gravemente enferma.
Si Close logró superar todo esto fue por su pasión por el arte. «Creo que pronto hubo algo en mi
habilidad artística que me alejó del resto de la gente -dijo en una entrevista-. Era un espacio en el
que me sentía competente y al que podía recurrir.» Incluso ideó formas innovadoras de utilizar su arte
para vencer las restricciones que le imponían sus enfermedades. Creó teatros de marionetas y
espectáculos de magia -lo que llamaba «entretener a las tropas»- para que otros niños pasasen
algún tiempo con él. Complementaba sus trabajos escolares con elaborados proyectos artísticos para
demostrar a los profesores que él no «se hacía el enfermo».
Al final, su interés por el arte y su habilidad innata le permitieron llegar a ser uno de los talentos
más singulares de la cultura estadounidense. Después de licenciarse en la Universidad de Washington
y conseguir un máster en Yale -varios de sus antiguos profesores le habían dicho que la universidad