Epílogo

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E

Epílogo

ncontrar el Elemento en ti mismo es imprescindible para que descubras lo que de verdad puedes

hacer y quién eres en realidad. En cierto modo, se trata de una cuestión muy personal. Te concierne a

ti y a las personas que conoces y por las que sientes cariño. Pero aquí también se esconde una gran

controversia. El Elemento tiene poderosas implicaciones a la hora de decidir cómo dirigir nuestros

colegios, negocios, comunidades e instituciones. Los principios básicos del Elemento están arraigados

en una concepción orgánica más amplia del crecimiento y el desarrollo humanos.

Antes afirmé que no vemos el mundo directamente. Lo percibimos a través de marcos de ideas y

creencias que hacen las veces de filtros sobre lo que vemos y cómo lo vemos. Algunas de estas ideas

están tan profundamente arraigadas en nosotros que ni siquiera somos conscientes de ellas. Nos llegan

como simple sentido común. Sin embargo, a menudo aparecen en las metáforas e imágenes que

utilizamos para pensar acerca de nosotros mismos y del mundo que nos rodea.

El gran físico sir Isaac Newton formuló sus teorías en los albores de la Edad Mecánica. El universo

le parecía un enorme reloj mecánico, con ciclos perfectos y ritmos regulares. Desde entonces, Einstein

y otros han demostrado que el universo no se parece en absoluto a un reloj; sus misterios son más

complejos, sutiles y dinámicos de lo que nunca será nuestro reloj favorito. La ciencia moderna ha

cambiado las metáforas, y al hacerlo ha cambiado nuestra comprensión del funcionamiento del

universo.

Sin embargo, en la actualidad todavía utilizamos habitualmente metáforas mecanicistas y

tecnológicas para describirnos a nosotros mismos y a nuestras comunidades. A menudo oigo hablar a

la gente acerca de la mente como de un ordenador; acerca de inputs y outputs mentales, de

«descargar» sus sentimientos o de estar «conectados» o «programados» para comportarse de cierto

modo.

Si trabajas en cualquier tipo de organización, puede que alguna vez hayas visto un organigrama

empresarial. Normalmente estos consisten en una serie de recuadros en los que se indica el nombre o

la función de los trabajadores y en dibujos de líneas rectas que muestran la jerarquía entre ellos. Estos

organigramas suelen parecer dibujos arquitectónicos o diagramas de un circuito eléctrico, y refuerzan

la idea de que los organismos son realmente como mecanismos, con partes y funciones que solo

contactan entre sí en cierto modo.

El poder de las metáforas y de las analogías es que indican las similitudes, y sin duda hay ciertas

semejanzas en la forma de funcionar de los ordenadores sin vida y las mentes vivas. No obstante, está

claro que nuestra mente no es un sistema en estado sólido dentro de una caja de metal que se apoya

EL elementoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora