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Por mucho tiempo pensé que algo estaba mal conmigo. Pues no me gustaba lo mismo que a las demás personas. A ellos les encantaba la política, los deportes, los números, hablar sobre dinero, números académicos, el último modelo de teléfono celular en venta y demás. Mientras yo les escuchaba balbucear y me perdía cada vez más en otro lugar con cada cosa qué decían. Me preguntaban qué opinaba acerca de todo eso y yo estaba cómo ¿uh? ¿De qué estás hablando hombre? Pero no tenía ni la más remota idea de lo que se encontraban debatiendo. A mí me hacía feliz caminar sobre las olas de mi imaginación. A mí me hacía sentir plena preguntarme sobre la existencia del mundo, me gustaba sentarme en el transporte público e imaginarme mil cosas que podrían estar pasando. ¿Pero no te gusta la historia me dirás? Claro que me gusta, es más, la amo. Pero amo descubrirla por mi misma, amo la historia de la gente que cuenta la verdad con total plenitud y no se llena la boca de falacias o de temas subjetivos sólo para tener de qué hablar. Me gusta la gente que puedo observar a través del alma... Sí, esa clase de gente que no alardea a cada segundo cuántos billetes posee y qué es ser exitoso para ellos y sus descendientes.
Es un poco hipócrita ¿no crees? Hablar mal del mundo y luego volver a ello como si nada hubiese pasado. Lo sé, me pasa muchas veces pero creo que prefiero decirlo y no ahogarme pensándolo cada vez que me reúno con ellos. Porque eso es lo que somos, he de suponer.
Voceros de la mentira y alardeadores de cosas que no nos importan, todo para tener de qué hablar, kind of shame y asco de algún modo. ¿Estoy en lo correcto?

-itsskys

Déjà vu de emociones.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora