PERDONA MI GRAN ERROR. CAP16.

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CAPÍTULO 16.

—¿Hay algo que deba saber para evitar cometer graves errores con la prensa? O más bien, ¿Evitar algún problema con Terry?— preguntó Elisa al hombre de confianza que el Duque dejó en su lugar.

El abogado no contestó. Tomó la sustancia que Elisa le había regresado, con mucho cuidado, usando unos guantes para no dejar sus huellas táctiles en el envoltorio, todo lo hizo rápido, Elisa sólo se percató del momento en que guardo la sustancia en su abrigo. Cuando el abogado se puso de pie, no sin antes limpiarse los dedos con una servilleta. No dejó la servilleta, sino que  la guardo también. El abogado del Duque no recordaba la última vez que había sido indulgente al contestar a una mujer.

—El tiempo es un gran maestro. En el momento en que deba saber algo, pues lo sabrá, señorita Legan. Elisa sabía cuándo podía presionar para obtener lo que quería, información en especial, y cuándo era mejor continuar con su camino. El hombre era leal a los GrandChester y bajo ninguna circunstancia dejaría de serlo por una persona que acababa de conocer en menos de veinticuatro horas. —Será mejor irme —comentó —, porque tengo dos llamadas perdidas del Duque.

— Debo decirle que he cambiado de opinión, con respecto a Terry —dijo Elisa de pronto—. Se que el acuerdo al que llegué con el Duque solo era económico, pero siempre he estado enamorada de Terry. El hombre abrió la puerta del Lincoln sin decir palabra. Subió al asiento del conductor y puso en marcha la máquina del vehículo y antes de irse dijo—:

—Por favor, no haga cosas que pueden salir mal, desde ahora olvídese que conoció al Duque, por su bien no haga nada más. Y así, con distante y monótono tono, él le estaba diciendo que acababa de cruzar un límite. Ella no era idiota, y si quería tener en el abogado a un aliado, más le valía tomarse las cosas con cuidado. Pero Elisa no estaba dispuesta a perder a Terry, Ahora que la huérfana lo había dejado libre. Por el momento tenía que hacer todo como había estado planeado, ya después regresaría para conquistar a Terry. Y sin más Elisa Legan tomó esa noche un vuelo privado. Con el dinero que le dio el Duque podía vivir bien un tiempo. Además no quería estar frente a Albert cuándo todo saliera a la luz.

Albert había salido con urgencia después que el chofer de Terry le llamará por su móvil.  Algo malo debió haber pasado. Su amigo estaba en un bar completamente ebrio.

A Terry le importaba poco si lo mataba la carencia de una mínima alimentación adecuada, y el abuso de la bebida, pensaba mientras apuraba la botella de alcohol que había pedido en el bar de mala muerte, donde olía a estiércol y las cucarachas bailaban sobre las mesas,

—No puede ser. ¿Puedes atenderme un momento y dejar de beber como un insensato? No te he buscado para que ahora no me escuches, maldito seas —exigió Albert, porque Terry se acabó de un trago lo que quedaba en el vaso y alzaba la mano para pedir otra botella ignorándolo por completo..

—¡La sobrina esa que tienes, jodió mi vida!.

—Te puedo oír bien, no necesitas gritar.

—¿Y no te imaginas a quién fue a buscar para rematar su estupidez? A hora  Candy lo sabe. ¿Por qué le dijiste a Elisa quien es mi padre?

—¿De que mierda estás hablando?

—No mientas, él único que sabía quién soy realmente eras tú. ¡Joder!

—Parece que no te das cuenta del estado en que te encuentras. —Dijo Albert ignorando la acusación de Terry. —Mírate, por amor de Dios, Terry, apenas te sostienes y tienes aspecto de vagabundo. Terry se ladeó un poco, acabó buscando apoyo en la pared que tenía a su espalda, y exhibió una patética sonrisa mientras Albert lo sujetaba para que no acabara en el suelo.

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