Capitulo 7. Ojos dorados.

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TeenVenus:

Espero les guste mucho este capítulo. No se olviden de dejar sus comentarios y votar. Les agradezco mucho por su apoyo. Sin más, las dejó con este capítulo actualizado:

Lunes 2 de octubre, por la mañana:

Algunas personas suelen decir que el fin de semana es la mejor parte de esta, pero a veces las cosas no son como lo parecen...

Cuando pasas toda una noche bebiendo sin control, sueles despertar con un horrible y punzante dolor de cabeza. La regla se cumplió conmigo, pero de hecho se extendió hasta la mañana del lunes.

Por si fuera poco, q Miriam se le había ocurrido usar el molino de café que su tía nos había enviado en navidad. Con tanto ruido, sentía como si estuviera tratando de hacerme un lobotomía. Pero trate de ignorar el horrible ruido, y me metí a la ducha.

Necesitaba estar lista para mi primer día de trabajo con los Hamilton. Me esmeré para verme linda. No podía ir tan extravagante como de costumbre, o si no los Hamilton se asustarían.

Decidí usar unos unos pantalones claros, una camisa azul, y sobre esta: un blazer de un azul más oscuro que mi padre me regaló en mi cumpleaños número 22. Con eso me sentía como una ejecutiva de alto rango.

Salí de mi habitación luego de hacer un maquillaje que me hacía lucir como si no llevara ni una sola gota, básicamente un makeup no makeup. Dejé que mi cabello se secara al natural, pues bastante había tenido con los productos que Harry me había aplicado para llamar la atención de la gente.

Al llegar a la sala, me llevé una gran sorpresa... Miriam ya no estaba ahí. Creí que la vería tomando su café, pues el aroma el aroma ya había se había colado por todos los rincones de la casa.

Me acerqué a la puerta de su cuarto pues estaba entre abierta, pero me detuve al escuchar su voz y la de alguien más. Creí que estaba con alguno de sus amigos, pues el día anterior había decidido olvidar que se sentía "mal", para salir de fiesta.

Ni siquiera tuvo la decencia (como ella había dicho), de avisarme que se ausentaría todo el día. Solo supe que estaba en esa fiesta; por las fotos que publicó en su perfil. Ahí me di cuenta que ella no estaba mal.

Llamé a su puerta. Quería saber si iría a trabajar. Tardó un par de minutos en abrir, pero cuando lo hizo, noté que estaba semidesnuda. Solo llevaba puesta una camisa de hombre que apenas le cubría el torso, y su cabello estaba todo enmarañado.

— ¿Vas a ir a la agencia? —pregunté tratando de mirar quien estaba adentro—. Se te está haciendo tarde.

—Sí, ya salgo —en seguida me cerró la puerta en las narices. Casi me arruina la rinoplastia.

Desde el día en que recibí esa maldita invitación, Miriam había comenzado a comportarse de esa forma tan horrible. El hecho de que a ella no le había llegado una invitación le afectaba mucho más de lo que aceptaba. Pero esa no era mi culpa.

Se suponía que ella estaba en una posición por encima de la mía en la agencia. Ella era la que salía a en eventos, o en el fondo de algunas fotografías. Como ya lo dije antes, Miriam era asistente de una de las mejores maquillistas de todo New York: Quinn, yo solo era una recepcionista.

La diferencia era que yo jamás llegaba tarde y hacía lo que hiciera falta para sacar a flote el trabajo. Quizás por eso a mi si me había llegado una invitación para ir a la fiesta. Así que no era mi culpa.

La Mafia De HamiltonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora