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Sintiendo las heladas caricias del viento traspasando la barrera entre las sábanas y su cuerpo, todabia había suficiente luz que iluminaba una de las esquinas de la habitación. Abrio lentamente sus ojos testigos de los últimos rayos del sol que habia terminado por ocultarse y comenzaban a dar salida a su querida amiga la luna. El azabache giro a su izquierda, en donde un pequeño reloj de escritorio reposaba en uno de los sencillos muebles que llenaban su pequeña habitación. Confirmo la hora, eran las siete de la tarde y ahí fue que se percato de que solo faltaban unos cuantos minutos para que su turno laboral iniciara en aquel nuevo bar en el que había comenzado a trabajar hace apenas unas semanas.

El era un joven de tan solo diecinueve años de edad que vivía solo en el ático de un establecimiento que se dedicaba a ser un taller que reparaba relojes y antigüedades. El dueño era un hombre mayor que conoció hace algunos años atrás al haberle hecho el favor contratarlo, y que este mismo convirtió al joven chico en su aprendiz durantr la época en que buscaba desesperadamente un empleo para subsistir. El Señor Han ademas de brindarle un empleo le ofrecio un lugar libre para quedarse, cosa que logro quitarle una preocupación menos de encima y le aseguró al azabache tener un techo para dormir.

Apresurando el paso y tomando sus cosas, el joven chico salió del lugar bajando rápidamente las escaleras ubicadas justo a su frente al momento de salir de su habitación.

Bajando se encontró al señor Han, que como siempre, este mismo se encontraba desarmando un reloj que suponía le habían encargado esa misma mañana ya que era la primera vez que lo veía.

—¡Adiós Señor Han!—se despidió el joven del mayor, a lo que solo recibió un saludo con la mano al aire de su parte ya que este mismo estaba lo suficientemente concentrado en lo que hacia.

Saliendo del local dio un vistazo al ya obscuro cielo. Al parecer no había señales de lluvia, por lo que estaría bien el optar por caminar al lugar de su trabajo por las noches que estaba a solo unas cuantas calles de donde vivía. Aquella parte de la ciudad era conocida por tener una gran cantidad de locales en donde se podían encontrar toda clase de cosas. Su calles concurridas eran atestadas por personas que deseaban escaparse un rato por las noches y podían darse el lujo de hacerlo. Razón por la cual el bar en el que laboraba era repleto por personas que formaban parte de la clase media alta.

Al llegar al bar, saludó a sus compañeros de trabajo que ya estaban ubicados en sus puestos listos para recibir a la clientela. Era viernes por la noche y se esperaba tener un gran número de personas en el lugar, eso solo significaba que tendría que quedarse a dar horas extra y a su conveniencia tendría un poco de dinero extra para la semana.

Las horas pasaron, eran ya las 11 pm y a medida que avanzaba la noche el ambiente del lugar comenzaba a ponerse más ligero con cada vaso que entregaban a los clientes.

Un nuevo grupo de personas entró y con ello un trio de chicos que como todos, estaban en busca de pasar un buen rato. El azabache ya había perdido el número de personas que había atendido, pero cuando el grupo de tres optó por tomar una de las mesas que tenía a su cargo, arreglo su compostura y fue directo a ellos para registrar su orden.

Llego a la mesa y pudo ver más de cerca a aquellos chicos. Uno de ellos se notaba ligeramente mayor a los otros dos que lo acompañaban, tenía su pelo castaño peinado con pequeñas ondulaciones que creaban un poco de volumen en el. Vestía con una playera formal Blanca con los primeros dos botones desabrochados que dejaban a la vista una cadena plateada en su pecho y portaba unos pantalones obscuros que eran complementados con unas botas negras. El otro chico vestía todo de negro y aquello hacia que su cabello grisáceo que de cierta forma al contraste de las luces daba la ilusión de ser plateado, unos cuantos anillos destacaban en sus manos al igual que sus perforaciones en las orejas. Por último entre ambos chicos estaba sentado un peli rubio de lentes que parecía tener los ojos verdes como si fuera una mezcla entre las esmeraldas y el oro, en donde un pequeño lunar reposaba bajo su ojo izquierdo. Además de aquello, el pelirubio tenía unos gruesos y rosados labios por donde pasaba su lengua jugsndo con ellos como consecuencia de una manía que desarrollo desde niño. El vestía unos pantalones de mezclilla con detalles rasgados, usaba una playera roja con rayas y sobre ella otra más formal de color blanco, la cual había fajado de la parte delantera dándole un aspecto holgado.

||The Unwanted Crown||HHJ&YJIDonde viven las historias. Descúbrelo ahora