Luna llena

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Luego que la doctora Barranco me leyera las reglas del hospital, en la cual estaba incluida el no acercarme o tener contacto físico con ningún paciente, estuve encerrada en mi habitación con visitas cada media hora de las enfermeras que más bien parecían guardianas del pabellón de máxima seguridad.

Estaba recostada viendo el crepúsculo frente a mi ventana, pensaba en que mañana a esta hora estaría de vuelta en mi realidad, aquella que hasta hace un par de horas quería ponerle fin, si no fuera porque en lugar de ponerle punto final a mi vida esa chica le puso puntos suspensivos. Pensando en esa chica que no recuerdo con claridad, me trajo a la mente la imagen de Valentina Carvajal, me pregunto si estaría bien, puede que venga de una familia ostentosa, pero se notaba que ella tal vez no pertenecería a ese mundo, me pregunto ¿contra quién batallará? Era notorio que estaba en una lucha eso reflejaba su mirada.

— Pronto anochecerá – murmure para mí.

La noche se hacia presente en las frías paredes de esta celda que me hacían sentir que en cualquier momento me aplastarían con su imponente penumbra, recuerdo que de niña le tenia fobia a la oscuridad, lloraba en mi habitación y rezaba que alguien viniera a rescatarme de los monstruos que creía reales aquellos que se hospedaban en mi closet sin invitación, Panchito, mi padrastro me cargaba y me leía un cuento a pesar que se metería en problemas con mi madre porque para Lupe yo debía de madurar rápidamente.

— Juliana, deberías tener la luz prendida – decía mi doctora que entraba seguramente para recoger las migajas de mi nefasta existencia.

— Los monstruos aman la oscuridad doctora además ya que no puedo tener contacto con la humanidad, aquí en las penumbras nadie sabrá de mi existencia-

— No deberías ser tan literal, solo trato de protegerte –

— Pues no debería tomar ese rol –

— Bien, solo vine a dos cosas primero comprobar si ya tomaste tus medicamentos, sabes que mañana te daré de alta y lo otro era que te quería informar que tus padres pasaran por ti temprano –

— Antes de que se vaya – me puse frente a ella - ¿De qué estoy siendo tratada?-

— Juliana has pasado por muchas cosas, este no es el momento para hablar de ello –

— No me importa, quiero saber... tengo derecho a saberlo –

La doctora Barranco me miro como teniendo una pequeña lucha en su mente, suspiro fuertemente y se sentó junto a mí en la cama.

— Trastorno afectivo bipolar –

Como estudiante de psicología sabia lo que eso significaba, era la puerta al infierno de Dante, claro ahora todo tenía sentido, esta locura tenia nombre y esa maldita etiqueta que ahora tengo la tendré implantada en todo mi ser de por vida.

— Sabes que con tratamiento puedes llevar una vida adaptativa, podrás ser una profesional, tener familia, etc. –

Sonreí de forma despectiva ya que me parecía totalmente irrisorio lo que me decía.

— Si claro, ¿a cuantos les has prometido una vida saludable doctora?, porque por lo que a mi respecta hoy acabo de darme por enterada que mi sentencia de muerte ya está dada –

— Juliana mañana hablaremos, debes descansar –

Sin mas que decir se fue dejándome sola, lo único que atine a hacer es golpear la almohada tantas veces como sea posible, la maldita vida estaba siendo injusta conmigo, no...no era la vida era Dios, me estaba castigando por lo que le paso a mi padre, me estaba dando un mensaje que tal vez la muerta debería ser yo y no el.

Amarga Melodía (JULIANTINA)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora