Capítulo 5: Supermercado.

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—¿Y cómo harás para hacer eso que dijiste que harías ayer?

—¿Hacer qué?

—Tirarte a Bianca.

El rostro de Mick se oscureció enseguida. Tosió un par de veces, volviendo su rostro hacia la ventana lateral del vehículo, irguiéndose sobre el asiento. John elevó ambas cejas, chasqueando los dedos sobre su rostro, apresurando su respuesta.

—Pienso fingir que la quiero y que quiero algo serio con ella.

¡¿Querer?! ¡Eso era lo más estúpido que había escuchado! Contuvo una carcajada, mientras se mordía el labio con fuerza y presionaba el acelerador. Querer era una palabra solo incluida en el diccionario de los imbéciles. Era tan ridículo que podía echarse a reír una semana y media y seguir riendo después de volverlo a escuchar.

—¿Ah, en serio? ¿Cómo harás eso?

—¿A qué viene ese pregunta ahora, John?

—Solo escúpelo.

John observó como su antiguo compañero de "caza" se removía sobre su asiento y se encogía de hombro, lanzándole una mirada incómoda.

—Pienso conquistarla, ¿qué otra cosa puedo hacer?

—¿Cómo vas a hacer eso?

—Yo...no sé, la verdad... —dijo frunciendo el ceño de forma extraña —. En serio, John ¿a qué demonios vienen estas preguntas?

—Curiosidad, simple curiosidad.

Aceleró, incluso más, la velocidad del maldito deportivo, manteniendo una sonrisa discreta en su rostro, mientras se llevaba una bebida energética a la boca. Se la terminó de un solo trago y miró directamente a Mick, que parecía estar más tieso que muerto en ataúd. ¿Por qué carajos estaba así? ¿Tanto le cabreaba hablar de su estúpido plan para tirar?

—Pienso ser amable con ella, decirle cosas cursis, regalarle chocolates, invitarla a cenar y todo eso, luego de lograr lo que quiero, romperé con ella...

La maldita carcajada salió de sus labios, así que solo optó por dar palmadas en el hombro de su compañero y girar el auto hacia la izquierda. Un camión intervenía en su delante cada segundo.

—Qué putada, loco. —soltó con sinceridad, mientras intentaba no reír.

El aludido le lanzó otra mirada incómoda, quizá debido al sarcasmo de sus palabras y luego extendió la mano, apuntando otra calle con su dedo índice.

—John, bajo acá en la esquina. Te veo luego, no te pierdas mucho y si haces reuniones, me timbras.

John detuvo el auto frente a la vereda de la nueva calle, notando cómo el otro salía de volada y cerraba la puerta de un solo porrazo. Aceleró nuevamente, soltando todas las risas que había contenido y se perdió entre la ciudad, moviendo el auto de derecha a izquierda, incapaz de detenerlo en algún lugar. En realidad, la idea de Mick sonaba como mierda para él. ¿Cómo diablos podría alguien hacer todas las cosas que había mencionado?

En lugar de "ser amable con ella", debería tratarla como zorrita.

En lugar de "regalarle chocolates", debería lanzarle lencería escotada.

En lugar de "decirle cosas cursis", sería mejor que la insultase. A algunas les prende eso.

En lugar de "invitarla a cenar", solo debe darle su número de departamento.

Bueno, al menos eso sería lo que él haría. Soltó otra risotada y guiñó el ojo a un grupo de señoras mayores que caminaban, sonriéndole a cada momento.

Inocencia Pasional | MclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora