Capítulo 8: Maldita lluvia.

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Me gustas. Y mucho.

Las palabras hacían eco en la mente de Paul, que se había quedado tieso y sentía que su corazón estaba al borde de abandonar su pecho, el aire de sus pulmones se había evaporado y su mente también se había paralizado, incapaz de seguir funcionando. Todo en él era un caos en ese momento. Su mano tembló y el yogurt casi estalló contra el suelo.

—¿Te vas a quedar ahí o qué?

—¿Ah...?

John se lo quedó mirando y arrebató el yogurt de sus manos, bebiéndoselo de un trago y pasando luego la lengua entre sus labios. Como notó que su criado aún seguía en un "estúpido shock" que él no comprendía, lo jaló violentamente del brazo y lo metió de un golpazo al enorme local, lanzando la botella de yogurt en una cesta vacía. Después de dos minutos, ambos salían por donde habían ingresado. Paul levaba dos enormes bolsas pesadas sobre sus delgados brazos y John tecleaba en su celular.

—Mierda, creo que va a llover.

—Pero si hace mucho sol... —musitó el menor, aún sin atreverse a mirarlo a los ojos.

—Acá dice que lloverá.

El atractivo muchacho le plantó la pantalla de su celular sobre su enrojecido rostro y el contrario solo sonrió un tanto, mientras asentía con la cabeza y desviaba la mirada. Las bolsas estaban a punto de caerse de sus brazos al ser tan pesadas, pero aun así, continuó caminando.

—Pediré el celular por internet, estas tiendas del demonio no saben ni vender.

—Sí, es mejor eso... así ya no pierdes el tiempo viniendo acá como hoy.

—Contigo nunca se pierde el tiempo, precioso, eres tan divertido.

John quiso soltar una carcajada, pero la boca se le secó al ver dos imágenes familiares caminando hacia su lado.

Mierda, mierda, mierda.

Eran George y Ringo, ¡¿qué carajos hacían ellos ahí?! Se ajustó las gafas sobre los ojos y aceleró sus pasos, aunque era demasiado tarde; los malditos ojos de Richard lo estaban mirando y ahora abría los labios con sorpresa, llamándole.

Oh, mierda.

Tomó a Paul del brazo y lo arrastró hacia el lado contrario con brusquedad y rapidez. El menor casi tropezó
con todas las bolsas, aunque no logró caer, porque la mano de John alrededor de su antebrazo ni siquiera le dio tiempo para eso.

—¿Qué sucede?

—Vayámonos por otro camino —John miró hacia ambos lados y luego hacia él.

—¿Por qué..?

—Porque se me antojó salir por el otro lado.

Cuando estuvieron en el estacionamiento, lo soltó y exhaló, pasándose una mano por su cabeza, mientras lo miraba y elevaba una ceja. Había estado cerca de que lo alcancen.

—Te vas a caer si sigues teniéndolo, dame eso a mí.

Extendió un brazo hacia Paul, quien miraba hacia las bolsas con una especie de "segundo shock" en su rostro. Sus gruesos labios en forma de corazón se habían abierto y formaban algo parecido a una avergonzada sonrisa. John le tocó la barbilla por un segundo.

—Oye, ¿vas a dármelo? —el menor despertó de su ensueño y asintió rápidamente.

—Sí, gracias.

John llevó las pesadas bolsas sin ningún problema y se dirigió hacia su auto, abriendo la parte trasera y lanzándolas en su interior.

—Sube, precioso —indicó, caminando para abrirle la puerta delantera.

Inocencia Pasional | MclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora