Paul sintió cómo todos los músculos de su cuerpo se le tensaban enseguida y su corazón revoloteaba con latidos apresurados en todo su estómago para luego estallar como fuegos artificiales en todo su cerebro. Las luces le atiesaron el pensamiento y lo único que logró hacer fue descender la mirada lo más que pudo y ruborizarse demasiado, pero la mano de John se encontraba sosteniendo su barbilla y alzándola hacia arriba con un rápido movimiento. Paul apartó más la mirada. Era incapaz de hacerlo, no podía mirarle, no a los ojos, no ahora.
—Eres precioso, Paul. Y me gustas mucho. Demasiado.
John movió sus ojos claros hacia los suyos, pero lo único que obtuvo fue que el menor apretase los ojos al instante, estremeciéndose cuando su aliento rozó su rostro. Se veía tan excitantemente indefenso de esa manera; con esos labios rosas abultados, esas mejillas todas enrojecidas y esa carne tan malditamente provocativa.
Mierda.
Las ganas de tomarlo con todas las fuerzas de la cintura y apretarle el trasero mientras lo desnudaba a mordidas lograron que su sangre hirviera más allá de los cien grados. Quería comerle los labios hasta verlos tan rojos como le gustaban, pero tenía que controlarse; solo un momento más. Sabía que si empezaba ahora, luego no habría marcha atrás.
—John... —el susurro entrecortado lo sacó de sus pensamientos.
—¿Qué sucede, precioso? Creí que el ratón te había comido la lengua.
Su criado se encogió un tanto y abrió varias veces los labios con indecisión y vergüenza.
—Tú... dijiste que no te gustaban los chicos...
—Y no me gustan, ¿o acaso te parezco un maricón? ¿Qué tienen todos hoy día conmigo? No me gustan los hombres. Tú me gustas, que es distinto.
Los ojos de Paul se abrieron de golpe y lo que sea que lo mantuvo todo ese tiempo con vida, estalló también cuando se encontró con los ojos de John mirándole fijamente. Los fuegos artificiales explotaron nuevamente sobre sus neuronas y desvió la mirada.
—Yo... yo soy un chico.
John elevó una ceja y luego rompió en ásperas carcajadas.
—Eso ya lo sé, no soy idiota.
—¿No te importa que yo sea un chico? —las palabras salieron apresuradas de sus labios —¿No te importa que lo sea...?
—No hay cosa que me valga más mierda que eso.
Sí, claro, no había nada que le importase menos; él era libre de follar a las tipas que se le vengan en gana y este lucía como una. No, no lucía como una, lucía mejor que una. Caso contrario, no estuviese en esta situación. Notó cómo el menor fruncía los labios y luego la frente con algo extraño en su rostro. Era tan ridículo y excitante.
—Yo soy el empleado de tu familia, no tengo dinero, John, no tengo dinero ni soy importante como todos tus amigos... ni tengo nada que darte a cambio ni...
John sintió que las carcajadas estaban a punto de colarse en su garganta, así que mantuvo su mirada en él por unos cinco segundos y entonces lanzó sus labios contra los suyos, apresándolos durante unos cuantos segundos antes de separarse y quedársele mirando con una ceja elevada. Paul tenía los ojos tan abiertos, el cuerpo deshaciéndosele en temblores y la mente completamente en blanco, ¿John Lennon lo había besado?
—John... —tartamudeó apenas, oprimiendo los ojos y sintiendo cómo la alegría se disparaba por todo su cuerpo, aunque su mente seguía en blanco. — ¿eso significa que... estamos... en una relación?
John elevó la otra ceja, sus ojos clavados en el cuello de su criado, mientras una media sonrisa se formaba en su boca
—Ajá, eso tenemos, una relación.
Paul sintió que la consciencia venía a él repentinamente de golpe y la vergüenza teñía cada uno de los rincones de su rostro. Descendió la mirada, mientras la alegría sacudía su menudo cuerpo, ¿John había dicho que sí estaban en una relación?, ¿John y él en una relación? Sintió el impulso de llorar, gritar y reír o hacer todo a la vez; se cubrió el avergonzado y sonriente rostro con las manos, mientras retrocedía y se apoyaba contra el respaldar de la cama, aún temblando para luego bajarse y quedarse quieto, sin saber qué hacer o decir.
John se levantó de inmediato, inhaló una bocanada de aire y lo sostuvo de los hombros, antes de abalanzarle la cabeza y atraerlo hasta su boca, pero se separó a los diez segundos al ver que sus labios no le respondían, era como estar besando a la nada.
Una de sus manos se coló por su cabello, que estaba ahora humedecido por un sudor tan jodidamente frío que contrastaba con la temperatura de su rostro.
—¿Qué te pasa? Estás hecho hielo, ¿no vas a mover tus labios?
El muchacho negó rápidamente con la cabeza, aún manteniendo esa minúscula sonrisa en sus labios, mientras sentía que ningún músculo le respondía. Tartamudeó antes de volver a cubrir su rostro con ambas manos y encogerse un poco.
—No sé cómo hacerlo... yo lo siento...
—¿Ah? ¿No sabes cómo besar? ¿Cuántas veces te han besado?
—Ninguna...
John frunció el entrecejo, echándole una mirada fría, ¿de verdad, no lo habían besado nunca? Desde un inicio, supo que no era un experto, pero nunca se había imaginado que el menor resultaría un completo virgen, ¿no tenía diecinueve años acaso? Una sarcástica sonrisa curveó sus labios: patético, atractivo y jodidamente virgen; el asunto se ponía más entretenido todavía. Le tomó con fuerza de las manos y picó de nuevo una de sus mejillas.
—Que bueno, precioso, me pone la idea de ser el dueño de esa preciosa boca, además, conmigo vas a tener todo el maldito tiempo para aprender, ¿sabes?
Paul continuaba con la mente en blanco, las luces de colores todavía volando a su alrededor y estallando cerca de donde antes se encontraba su corazón, ¿debía contarle a su mamá?, ¿debía decirle que alguien como John Lennon lo quería?, ¿debía?
—Oye, ¿me estás escuchando? —los dedos de John golpeando cerca de su rostro le sacaron una risita nerviosa.
—Sí... sí, como tú digas.
—¿Cómo yo diga, eh?
Los ojos del mayor se oscurecieron instantáneamente y otra media sonrisa delineó sus labios. Acercó estos hacia su rostro y lo atrajo violentamente de la cintura.
—Ahora ven acá.
Notó cómo Paul abrió los labios con sobresalto y sus ojos parecieron encontrarse con los suyos durante unos dos segundos. Unos dos segundos que fueron rotos con el sonido de unos tacos subiendo apresuradamente las escaleras y una voz tan jodidamente familiar.
—¡John Lennon! Mis padres y mi novio están acá, ¡no seas tan haragán y ven ayuda con las malditas maletas!
Lo soltó de inmediato.
Oh, mierda, ¡lo que faltaba!
Mierda, mierda, mierda.
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Inocencia Pasional | Mclennon
FanfictionHay cinco cosas que vuelven loco a John. 1; La forma en la que el rostro inocente de Paul, se torna carmesí cuando él le susurra cosas indebidas al oído. 2; Cómo Paul desciende la mirada, cada vez que lo siente cerca. 3; Cómo Paul se resiste, cuando...