Capítulo 15: Maldita migraña.

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—Desayuna rápido y te largas a clases.

John dejó de mirar a su padre y se quedó mirando su plato.

Todo le resultaba tan asqueroso y vomitivo.

Se había pasado toda la noche sin dormir y cuando al fin había empezado a cerrar los ojos, los gritos de su madre contra su puerta le habían despertado del todo. Estúpida mierda.

Los recuerdos de la noche anterior impactaron contra su mente y solo atinó a pasarse la mano por su duchado cabello y cerrar los ojos. Recordó cómo había subido las escaleras, se había lanzado en su cama y se había pasado la madrugada intentando saber por qué demonios después de tirarse a Paul, en lugar de sentirse totalmente liberado y dispuesto a continuar con su mierda de vida, se sentía más jodido que antes.

Mucho más jodido que antes.

Y también se había gastado una hora pensando en el problema que a pesar de ser más grande, parecía no tener tanta importancia en su mente: Se había follado a un hombre.

Se había follado a un hombre. Y no a cualquier hombre; se había follado a su sirviente.

¿Y eso lo hacía un maricón o no?

Sintió un revuelco en el estómago y alejó el plato de su sitio.

—No tengo hambre.

—Bien, entonces, vete de una vez.

El hombre se llevó el tenedor a la boca y le hizo una seña hacia la puerta, como animándole a largarse. John se mordió el labio para no responderle y se volvió hacia su madre, que estaba mirando hacia un lado en particular con el ceño arrugado de forma extraña.

—Paul, si no te sientes bien, ve y descansa, hijo.

Se quedó quieto cuando escuchó eso y sintió que todos los músculos se le tensaban, ¿desde cuándo estaba Paul allí? Sus ojos se movieron hacia atrás, aunque no logró ver más que una sombra cerca a las escaleras.

—N-no se preocupe, señora, todo está bien, muchas gracias...

Se giró para mirarlo y lo encontró pasando una franela alrededor de algunos portarretratos y adornos de una mesa. Tenía la apariencia de estar extremadamente cansado y sus brillantes ojos lucían más hinchados y rojos que nunca. Incluso asi, lucía tan provocativo.  Recordó cómo la noche pasada sus labios se habían devorado a los suyos y su aroma se había quedado impregnada en cada centimetro de su piel.

John se levantó de su asiento y salió de la casa bruscamente, montándose en su vehículo y llegando al estúpido instituto en menos de cinco minutos. Cuando lo hizo, notó que todos los estudiantes corrían hacia un círculo en general, reuniéndose con cámaras fotográficas y celulares de último modelo. El griterío estaba a punto de asordarlo.

—John, hasta que al fin te animas a venir.

George le dio una palmada en el hombro con su típica sonrisa de oreja a oreja, colgándose la mochila en un solo brazo, mientras miraba hacia el grupo con curiosidad.

—¿Qué carajos pasa?

—Mick está anunciado su relación a todo el mundo.

¿Qué demonios?

—¿Mick? —John dejó caer la mandíbula y luego escupió al suelo —. Qué putada, ¿no le bastó con decírnoslo, sino que ahora quiere hacerlo público?

El joven se mordió el dedo pulgar y se encogió de hombros.

—Dice que solo lo está haciendo para que la chica esa esté contenta y que luego piensa terminar con ella... aunque no creo que lo haga.

Inocencia Pasional | MclennonDonde viven las historias. Descúbrelo ahora